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Transformación

Los regantes del Júcar se hacen hoteleros

Las siete comunidades valencianas de regantes del Júcar, la compañía eléctrica Iberdrola y el Ministerio de Fomento firmaron el pasado julio la cesión al Estado del embalse de Alarcón, uno de los más grandes y estratégicos de España, que era propiedad de la eléctrica y de los agricultores, al 50%. La compensación para estos últimos consistía en una serie de mejoras en los regadíos, ayudas de 36 millones de euros y la propiedad del deshabitado poblado del embalse.

Este poblado, de 33.864 metros cuadrados de superficie, la mayoría correspondiente a bosque de pinos, se construyó para albergar a los trabajadores que levantaron la presa entre 1942 y 1959. Después fue utilizado para el personal de mantenimiento de la antigua Hidroeléctrica Española, hasta finales de los ochenta, y, en la actualidad, por algunas comunidades de regantes, que tienen derecho a disponer de los inmuebles para pasar fines de semana.

'En el futuro será un complejo hotelero, porque es una propiedad que vale mucho y que está malgastándose', afirma el secretario general de la Acequia Real del Júcar, Juan Valero de Palma. 'El problema, tal como está ahora, es que lo puede utilizar poca gente [los regantes son unos 50.000], especialmente si quieren ir con la familia y los amigos', explica Valero de Palma.

'Además queremos sacarle una rentabilidad económica y, al mismo tiempo, que se mantenga en buenas condiciones durante muchos años', añade.

Para ello, la Acequia Real del Júcar, la mayor de las siete comunidades de regantes, ha iniciado negociaciones con varias empresas hoteleras con el fin de arrendar el complejo 'a una compañía que sepa gestionarlo y comercializarlo en los circuitos correspondientes'. Por el momento mantiene conversaciones con un grupo valenciano vinculado al turismo rural, otro dedicado a los deportes y aventuras y con una sociedad madrileña especializada en gestión turística de embalses. El proyecto se va a presentar incluso al que sería competidor directo del complejo, la empresa Paradores Nacionales, que tiene uno de sus establecimientos de mayor éxito a sólo tres kilómetros del poblado. Según Valero de Palma, 'el parador de Alarcón está siempre lleno y con estas instalaciones podría ampliar su oferta'.

La idea es que una de estas empresas se haga cargo de la gestión y comercialización del complejo, así como de las inversiones necesarias para ponerlo a punto. Las comunidades de regantes mantendrán la propiedad y percibirán un canon anual, siendo el beneficio para la empresa hotelera.

Tres millones de inversión

Según el secretario general de la Acequia Real del Júcar, 'queremos que los regantes tengan algún tipo de ventaja en forma de descuentos, para que no se diga que no sacan ningún provecho de algo que es suyo'.

Las obras que la empresa hotelera deberá realizar para poner a punto el complejo ascenderán, como máximo, a tres millones de euros, según Juan Valero de Palma. 'Gran parte de las instalaciones, como el centro cívico, de 250 metros cuadrados y con piscina; la iglesia y algunos apartamentos están en perfecto estado, con muebles y todo', asegura.

La mayor parte de la inversión correspondería a la construcción de habitaciones en lo que sería un hotel de lujo con vistas al pantano. La parte más degradada son los antiguos barracones de los obreros y los cinco almacenes diáfanos, de 500 metros cuadrados cada uno, que se podrían utilizar como gimnasio, oficinas, aparcamiento o talleres, según el plan elaborado por la Acequia Real del Júcar.

El poblado del embalse de Alarcón está situado a 170 kilómetros de Valencia y a 180 de Madrid, junto a la autovía que une estas dos ciudades. Permanece despoblado desde finales de los ochenta, pero nunca fue abandonado, como demuestra el cuidado corte de sus jardines.

Una aldea efímera con iglesia, hospital y escuela

 

El poblado del embalse de Alarcón fue en su día un auténtico pueblo, con hospital, escuela y una iglesia dedicada a la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia. En él vivieron durante casi dos décadas los obreros que construyeron la presa y sus familias. Rehabilitado en los años ochenta, el poblado dispone de 6.749 metros cuadrados construidos y 30.000 metros cuadrados de pinada, con vistas al embalse.

 

 

 

 

 

 

 

Según Juan Valero de Palma, 'con la iglesia de 110 metros cuadrados y el salón de convenciones que hay junto a ella se puede montar un complejo ideal para bodas, ya que hasta el alojamiento de los invitados estaría resuelto'.

 

 

 

Además de los atractivos medioambientales, la cercanía del embalse y las antiguas canteras, con altas paredes de roca, permitirían poner en marcha actividades náuticas y de deportes de riesgo, según Valero de Palma.

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