'La huelga general no minará la confianza en la economía''

Zamorano, de 58 años, inició su actividad laboral como profesor universitario. Economista, considerado uno de los ideólogos de la patronal, abandonó la CEOE en abril de 1996 para encargarse de la política presupuestaria del Gobierno. Desde hace dos años es secretario de Estado de Economía

¿Qué ha pasado para que no se haya podido evitar la huelga general?

El Gobierno ha demostrado en todo momento ganas de negociar, de querer encontrar, a través del diálogo, puntos de entendimiento. Puso sobre la mesa un documento para la reforma del desempleo, en donde no hay ningún recorte, ni en los periodos de cotización ni de la percepción de las prestaciones. Lo que hay es una reestructuración para estimular la búsqueda de empleo y reforzar las prestaciones en algunos ámbitos. Por ejemplo, se ha ampliado la prestación en algún sector, como el agrario, a todo el Estado.

Por otro lado, se han mejorado las condiciones de búsqueda de empleo para mayores, mujeres y trabajadores poco cualificados. No se puede decir que esta reforma no sea equilibrada. No pretende, y no lo necesita, recortes de gasto, ya que el Inem está en condiciones para asumirlos. No entendemos por qué los sindicatos la rechazan, a no ser por razones políticas, por contestación al Gobierno, por parte de las cúpulas sindicales.

¿Cree que el PSOE ha jugado un papel ambiguo en la convocatoria de la huelga?

Más bien la ha estado alentando.

¿No será excesivo el coste económico y político que se vaya a pagar?

No somos los que la hemos convocado, sino los sindicatos. Es un despropósito. Y es de su responsabilidad asumir las consecuencias. No sé cómo se puede convocar una huelga cuando estamos avanzando en convergencia real, incluso en un momento de debilidad internacional. En el último año se han creado 350.000 empleos netos, la mayoría indefinidos.

No somos responsables de una respuesta tan desproporcionada y de sus posibles efectos negativos.

¿Cree que tendrá éxito la huelga?

La sociedad española no está por una contestación masiva. Una huelga general no es la manifestación de un colectivo específico con determinadas insatisfacciones, es una contestación de todo el mundo del trabajo. La sociedad no está en esta tesitura.

¿Hay temor de que la huelga general quiebre las expectativas de la economía?

Creemos que no minará ni la confianza en la economía ni su recuperación ni existe riesgo de cambio de expectativas. Los inversores confían en la política económica. Estimamos que la economía habrá crecido en el primer trimestre el doble que la eurozona, cerca del 2%. Los últimos indicadores que tenemos, posteriores al primer trimestre (créditos hipotecarios, consumo de cemento y demanda de energía), reflejan que se sigue por buen camino y que lo peor ya ha pasado. Creemos que tenemos garantizado el 2,4% de crecimiento para todo el año. El Gobierno no va a variar sus previsiones.

Pero también han coincidido unos indicadores muy negativos, como el empleo. ¿Ha terminado ya la sangría de datos malos?

Es verdad que en el primer trimestre ha habido una reducción del empleo sobre el anterior, pero en los demás países la evolución ha sido más negativa. En España, la tasa de paro ha pasado del 10,87% al 11,47%, mientras que en EE UU ha subido dos puntos, y en Alemania, 1,7 puntos.

Pero no hemos quemado las naves para seguir avanzando a medio plazo. Esto obliga, no obstante, a la plena absorción de los fondos comunitarios. Necesitamos una inversión pública en niveles anuales cercanos al 3,5%-3,8% del PIB para que a lo largo de esta década no tengamos cuellos de botella que vuelvan a desacelerar la economía.

¿Y la inflación?

No es cierto que haya habido un distanciamiento con la zona euro. El diferencial de abril se ha situado en la órbita del que había con crecimientos superiores al 4%. Hasta abril se había logrado una reducción del diferencial hasta 0,7 puntos. Ahora éste ha subido, pero creemos que puntualmente, por la acumulación de varios factores, entre ellos el vestido y el calzado, algunos servicios y la energía.

Han influido también los ajustes en la aplicación de la nueva metodología del IPC y el efecto redondeo por el euro en algunos servicios. Pero no vemos que la inflación se haya colocado estructuralmente alejada de los niveles de una economía que crece más que otras. En los próximos meses tenderá a remitir hacia un diferencial con la UE no superior a un punto, aunque ahora no es el momento de hacer previsiones cuando hay tanta incertidumbre, sobre todo con el petróleo.

¿Qué margen tiene el Gobierno para ayudar a controlar los precios?

Hemos llamado la atención ya a las petroleras sobre el alza de precios por encima de la media de la UE. Pero el Ejecutivo no está para dar avisos, sino para aplicar políticas económicas sobre mercados poco liberalizados.

¿Los tipos de interés actuales son deseables para España?

Los tipos los fija el BCE. No haremos valoraciones sobre sus decisiones. Creo que los tipos actuales están en una posición adecuada para optimizar la relación entre crecimiento y estabilidad macroeconómica.

¿El Gobierno está descontando una apreciación del euro que genere tensiones en las exportaciones?

Europa tiene buenos fundamentos económicos. La confianza en la divisa está creciendo y, por tanto, el euro tendrá un comportamiento al alza. No sabemos en qué intensidad. No deseamos tampoco una apreciación rápida. Cualquier movimiento brusco es negativo.

¿Qué sucede con Argentina?

España está colaborando para solucionar los problemas. Es muy importante que el Gobierno argentino logre un acuerdo global con el FMI. España liga su ayuda a ese acuerdo.

Se habla de que Repsol pueda vender parte de los activos de YPF.

No valoramos estrategias empresariales. Entendemos que cuando se decide invertir no es a corto plazo.

¿Es viable la reforma del IRPF que propone el PSOE?

El tipo único genera insuficiencia recaudatoria. Ningún país lo ha aplicado. Además, esa reforma perjudicaría a las pymes y fomentaría la deslocalización del ahorro hacia otros países.

El mercado no da en España para muchas plataformas digitales'

 

 

Folgado explica lo que queda por liberalizar: 'Estamos en una fase muy avanzada en telecomunicaciones, energía y en el ámbito laboral. En materia laboral queda la reforma de la negociación colectiva. Pondremos sobre la mesa la reforma de los convenios después de que los interlocutores sociales hagan balance de lo acordado este año'.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En materia energética, insiste en que el Gobierno ha fijado el modelo, unos límites de participación de los accionistas dominantes para que entren otras empresas del sector. 'Lo que importa aquí es garantizar la transparencia en el acceso a redes, ya sea de gas (Enagas) o hidrocarburos (CLH), como ya se hizo en su día con Red Eléctrica. Si los dominantes, como Repsol en CLH, deciden reducir su participación más de lo necesario, eso es cuenta suya'. Preguntado si el Gobierno va a impedir la fusión de las dos plataformas digitales (Canal Satélite y Vía Digital), responde: 'En España el mercado no da para que haya muchas plataformas digitales'.

 

 

 

 

 

 

 

'Además, para que haya competencia no necesariamente debe haber dos o más plataformas. No es la competencia en plataformas la que decide la competencia final, sino los accesos a los contenidos y tipos de contratos. Ya hemos visto lo que ha pasado en Italia, donde se ha permitido la fusión pero con condiciones', concluye, admitiendo que es 'incompatible con la competencia la existencia de un único suministrador con contratos en exclusiva', como ocurre con el fútbol de pago.

 

 

 

 

 

 

 

El Gobierno espera que Bruselas le dé permiso para decidir sobre la fusión digital. 'Así se ha pedido. De momento, no vamos a prejuzgar lo que vaya a decir el Servicio de Defensa de la Competencia. Lo importante es que las condiciones sean las adecuadas para garantizar que no se perjudica al consumidor'.

 

 

 

 

 

 

 

Resalta también la necesidad de desarrollar más fórmulas de capital riesgo para financiar las pymes y ampliar el fondo de garantía de las pensiones.