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Bolsa

El arma más efectiva del pequeño inversor

La Red se ha convertido en un medio muy útil para que el pequeño accionista se organice y haga valer sus derechos en las empresas cotizadas

La reciente crisis que ha acabado con el mercado alcista de los noventa ha dejado a muchos inversores hastiados de una situación difícilmente justificable: la escasa participación y atención que tiene el accionista minoritario. Recientemente, una encuesta ha dejado claro que la mayoría de los norteamericanos están muy disgustados con sus directivos (sus sueldos, sus opciones y los beneficios que se han repartido entre ellos), entre otras muchas cosas. Paradójicamente, esto ocurre en el momento en que se registra mayor participación en la vida de las empresas por parte del inversor de a pie. Lo que ocurre es que el accionista quiere influir en las políticas de los consejos, pero no sabe muy bien cómo hacerlo, y además se ve desincentivado socialmente a hacerlo por continuas informaciones interesadas que manipulan el mercado con cierta e insólita facilidad.

El hecho de que la inversión institucional se haga a través de fondos de pensiones y de inversión facilita que las direcciones de las empresas controlen con porcentajes ridículos las juntas de accionistas. Por eso, la regulación bursátil norteamericana (SEC) ha propuesto que los gestores de los fondos de inversión y de pensiones estén obligados a publicar la manera en que están votando en los consejos y juntas, para que los partícipes puedan indicarles si están o no conformes. Y mientras esta práctica se extiende o impone, el inversor no puede permanecer cruzado de brazos. El pequeño inversor lleva lustros poniendo en duda muchas decisiones tomadas por los organismos de gobierno de las empresas cotizadas e intentando entrar con fuerza en la vida societaria para hacer valer sus derechos, pero hasta hora no disponía de herramientas que le permitiera organizarse. Ahora Internet está al alcance de todos, económica y dúctil.

La tarifa plana todavía era una utopía, pero en 1998 Internet ya era una plataforma empleada por los inversores de a pie para maximizar sus incursiones en la renta variable. Eran los tiempos del famoso índice Cacax (joramon.com/cacax, una dirección hoy desaparecida de la faz de la tierra), que impulsó Guy, animador también de la famosa 'lista estorninos'. Los tiempos en que Victorino Redondo (un berciano que se hizo famoso en los grupos de noticias y otros foros por sus 'Cartas a Manuel' y demás documentos de ayuda al inversor novato) mantenía el auténtico espíritu de Internet: compartir más que información, conocimiento. Eran tiempos de subidas permanentes, como lo fueron los años siguientes. Pero ya entonces los accionistas de a pie se veían en obligación de organizarse.

Esto fue lo que hicieron algunos accionistas minoritarios de Vilesa (Vidriera Leonesa, excluida de cotización por una opa hace un par de años). En 1996 un grupo de inversores comenzó a comprar con singular empeño acciones de Vilesa con la esperanza de un retorno importante de beneficios. Entre todos reunían en 1998 un paquete de 250.000 acciones de la empresa, cuya gestión delegaron en un joven profesor de Matemáticas Financieras de la Escuela de Empresariales de Valencia, conocido como Chema de Valencia. Este profesor presidía también el Club de Inversión de la Escuela de Empresariales, e intuyó el negocio. Invirtió su patrimonio, el de su familia y amigos y el boca a boca hizo que pronto medio millón de acciones de Vilesa estuvieran en manos de inversores valencianos.

Dos años después, para vigilar mejor sus intereses, y con su 15% del capital en la mano, intentaron conseguir uno de los cinco sillones del consejo de administración de la sociedad. Y para ello comenzaron a ampliar su base accionarial en Vilesa hasta alcanzar el 20% y poder reclamar legalmente, si fuera preciso, un puesto en el consejo. Internet fue la herramienta. Pero quienes manejan el cotarro decidieron que el negocio no iba a repartirse con los de a pie y antes de que consiguieran su objetivo, una opa con origen en Portugal acabó con el que hubiera sido un precedente digno de pasar a la historia bursátil de este país. Desde entonces los casos han ido registrándose de forma esporádica. Cuando en noviembre de 2001 KPN realizó su última ampliación de capital, un grupo de inversores fue informando puntualmente en los foros de Invertia de los pasos a dar para acudir a una ampliación que muchas entidades depositarias en España de acciones de particulares aseguraban que se reservaba a ciudadanos holandeses. Al final, la información recabada en Internet permitió a muchos aprovechar una ampliación que en el corto plazo resultó provechosa.

Dar guerra desde una agrupación de accionistas

 

Probablemente estas líneas estén siendo leídas por algunos de los más de un centenar de inversores que han apuntado sus acciones de Dinamia (DIN) al denominado CAD25 y que hoy se reúnen en Benicassim. Accionistas minoritarios que acudirán el 29 de junio a la junta de DIN con más de 544.540 acciones (6,37%) que el pasado día 20 habían conseguido reunir, aunque de una forma un tanto especial.

 

 

 

 

 

 

 

La pertenencia a CAD25 (Club de Amigos de Dinamia a 25 Euros) es un tanto sui géneris. Es voluntario, basta con mandar un mensaje al foro de Dinamia en Invertia (www.invertia.com) manifestando la voluntad de pertenecer, y a lo único que obliga esta pertenencia al club es a comunicar cuándo se venden las acciones para descontar los títulos del total.

 

 

 

Por lo demás, la mejor forma de conocer las pretensiones de quienes pertenecen al club es recorrer un poco el foro y, si a uno le gusta, apuntarse con un simple mensaje a CAD25 con su nick, número de acciones y si se desea un teléfono de contacto.

 

 

 

No es ninguna agrupación con objetivos definidos, pero sí una fuente de información inagotable en su página (www.dinamia.net) y la evidencia de que los inversores sensatos pueden dar guerra en cualquier momento. Porque los tiempos hace ya un buen rato que han cambiado, por mucho que algunos prefieran ignorarlo.

 

 

 

También los accionistas de Nueva Montaña Quijano intentan organizarse para hacer frente a una opa que infravalora según ellos a la empresa y que parece ir encaminada a no beneficiar en nada a quien, con fundamentales en la mano, ha decidido meterse en un chicharro en mínimo históricos.

 

 

 

Estos accionistas tratan de hacer valer sus derechos agrupando el 5% del capital, con la meta de convocar junta de accionistas e impugnar la opa. Si lo consiguen, tal vez sea el precedente para animar al accionista de a pie a hacer valer sus derechos.

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