IRPF en época de rebajas
El impuesto sobre la renta ha entrado en época de rebajas. El que hasta hace poco era el pilar de la recaudación pública y el eje de las políticas redistributivas del Estado protagoniza en todos los países desarrollados un proceso de revisión, a través de reformas en marcha o ya aprobadas, como respuesta electoral a la presión de la opinión pública contra la parte más personal y visible de la presión fiscal. A cambio, los Gobiernos, para no verse privados de recursos, cargan la mano sobre los indirectos, los llamados impuestos indoloros, porque a la hora de comprar el consumidor no discrimina entre lo que es precio y lo que es gravamen. Por eso, el IRPF polariza el debate fiscal.
En España, el Gobierno del PP ha llevado a cabo una reforma y ha aprobado otra que entrará en vigor el año que viene. El PSOE, siguiendo la misma táctica preparatoria de la comisión de expertos, ha planteado una alternativa que espera concretar en el programa electoral. En ambos casos, los dos partidos se concentran en mejorar las ayudas familiares y en rebajar los tipos que gravan las rentas salariales. Los ingresos provenientes del trabajo representaron en 1999 el 79% de la cuota del IRPF, fruto de los beneficios fiscales sucesivos a las ganancias de los capitales invertidos. El PP rebajará el gravamen sobre las plusvalías al 15%.
La propuesta socialista pretende reducir los cinco tramos del impuesto, que el PP situará en un abanico que va del 15% al 45%, a uno solo entre el 25% y el 27%. En realidad son dos, porque los ingresos que excedan de 34.500 euros al año se verán gravados con un recargo que situará el tipo en el 41% para ese tramo de las rentas.
Pese a ese tipo de referencia más alto, la aplicación del mínimo exento que plantea el PSOE significa, de acuerdo con las primeras proyecciones, una leve rebaja en todos los tramos de renta sobre los tipos de la reforma del Gobierno. De lo que se desprende del informe, la propuesta socialista es coherente y electoralmente competitiva para las rentas salariales, frente a lo que preconizaban los críticos. Sin embargo, el alcance redistributivo del nuevo IRPF, copiado del modelo sueco, suscita ya disensiones internas.
Pero el elemento diferenciador del proyecto socialista es el tratamiento fiscal que propone para las rentas de capital. La fórmula es un trato idéntico al que resulta para las rentas del trabajo, ya sea el tipo básico o el sometido a recargo, lo cual permite cuadrar los cálculos de recaudación. Existen argumentos para defender la igualdad fiscal de salarios y capitales, pero también para aplicar beneficios a las plusvalías de unas rentas que originariamente tributaron como rendimientos del trabajo. El problema en este caso es el impacto que pueda tener sobre el ahorro o la inversión y, principalmente, el desfase que se produzca con los países de nuestro entorno. Los capitales siempre buscan el mayor rendimiento, máxime ahora que ya no existen fronteras a su libre circulación.