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Columna
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Presuntos culpables del aumento del IPC

Los datos del IPC de abril han sido malos y así han sido presentados con toda claridad por los responsables del Ministerio de Economía. Los comentarios posteriores acerca de las causas han señalado al grupo vestido y calzado, simplificándolo en el 'textil', como 'responsable', junto con (otra vez y ahora en el cuarto mes del ejercicio) los redondeos del euro; y, finalmente, algunas voces, han añadido una nota de color refiriéndose a la 'recogida de beneficios' por parte de los empresarios.

Lo cierto es que el índice del grupo textil y calzado subió en abril un 7,1%, pero eso es sólo una prueba circunstancial, como se puede apreciar con la simple lectura de los datos de base que muestran en lo que va de ejercicio una tendencia contraria.

El aumento del mes de abril en vestido y calzado responde meramente a la recuperación de los precios que sigue a las rebajas. En el pasado ejercicio las rebajas no se tenían en cuenta, por lo que tampoco se producían descensos bruscos en este índice. En lo que va de año la variación acumulada del grupo vestido y calzado es de sólo un 0,1% frente al 2,1% del índice general. Sólo un grupo, comunicaciones, tiene una evolución más favorable a la contención de precios.

En vestido y calzado se incluyen ocho grupos de los que tres son del textil, tres de calzado y dos de servicios de reparación. En los tres textiles el primero es el de prendas de vestir de hombre, que en lo que va de año tiene una evolución acumulada de -2,2%. El segundo es el de prendas de vestir de mujer, con un incremento acumulado de -1,3% y el tercero es el de prendas de vestir de niño y bebé, que es el único que ha subido con un 4,6% y una repercusión de apenas el 0,051. Los otros componentes, que incluyen reparaciones y complementos de vestir, reparaciones de calzado, calzado de hombre, de mujer y de niño han tenido un acumulado del primer cuatrimestre positivo.

La aparente contradicción entre un acumulado negativo y un valor elevado en abril se explica porque en el mes de enero y febrero tuvieron el descenso propio de las rebajas, con cifras de -8,3% en enero y de -1,6% en febrero para la ropa de hombre y de -8,7 y -1,2% para la de mujer, con lo que las subidas de marzo y abril son una recuperación parcial del descenso de los dos primeros meses. Sólo en la ropa de niño y bebé la subida superó el descenso de los dos primeros meses.

Por tanto, pues, desde la industria textil-confección la imputación de ligereza en la fijación de precios es más un sarcasmo que una ligereza: así, debe saberse que la fuerte competencia en el sector, reforzada por las importaciones (la cobertura de las importaciones con exportaciones está en torno al 70%) fuerza, desde hace décadas, a una mejora continua de eficiencia, que permite absorber el aumento de coste sin trasladarlo al consumidor.

Ese esfuerzo se traduce en precios que crecen menos que el IPC en la venta a los consumidores y menos que el índice de precios industriales en los precios cobrados por los productores. Así pues, con base 100 en 1992, en el periodo comprendido entre ese año y 2001, el IPC sube hasta 135, mientras que el grupo vestido y calzado queda en 125,7. En el índice de precios industriales, con base 100 en 1990, la industria textil-confección llega a 121,3 en 2001, mientras que el índice general alcanza el 129,8.

Las referencias al euro y la recogida de beneficios son también insustanciales. El redondeo podría ser relevante en productos de bajo precio unitario, como el billete de metro, pero su impacto, caso de haberlo, es ínfimo en una prenda que puede costar 18 o 120 euros. Por otra parte, los beneficios, cuando los hay, se pueden recoger cada día en la Bolsa, pero no en las actividades industriales, donde el aumento de precio puede producir un descenso en las ventas. En último término, entre lo que la industria puede cobrar y lo que el consumidor paga hay por medio varios servicios de transporte, distribución y comercio, que se añaden al precio final.

Vistas en este contexto, las incidencias no empañan una trayectoria histórica de continua contención de precios: ni aun queriéndolo, la industria textil-confección está en condiciones de encarecer su producción. Y si ha de servir de paño de lágrimas, el sector puede aportar el paño, pero no puede dar motivos para el llanto ajeno.

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