Los índices adelantados vuelven a ser clave en la evolución de las Bolsas
Recursos estadísticos aparte, la realidad es que mayo enfila la segunda quincena sin haber hecho los deberes en el mercado de acciones. Los índices siguen débiles y las expectativas confusas. Una vez más, alcistas y bajistas están cargados de razones, porque el fiel de la balanza tiene la misma fuerza para inclinarse a uno u otro lado.
Argumentan los alcistas que los mercados de renta variable manifiestan una gran capacidad de aguante ante tanta circunstancia adversa, incluidos los resultados pobres de la mayor parte de las empresas cotizadas. Los pesimistas insisten en la incapacidad manifiesta de las Bolsas para romper lanzas al alza debido a la ausencia del inversor final y a la percepción, entre otras cosas, de que los precios están caros.
Este endiablado cruce de pareceres explica la situación de congestión en la que se encuentran los principales índices del mundo, como ballenas varadas. En cualquier caso parece estar suficientemente demostrado que las Bolsas necesitan mayores y mejores estímulos para encarar situaciones más favorables.
Mientras se termina de dibujar una tendencia concreta, los inversores, profesionales de la Bolsa y gestores en general están obligados a seguir muy de cerca los índices adelantados de situación económica, con todos los peligros que entraña esta actuación. A principio de año fueron muchos los fuegos artificiales, las hogueras que prendieron en las Bolsas por unos índices económicos en Estados Unidos aparentemente vigorosos. El paso del tiempo ha demostrado que el músculo no era tanto y que los indicadores esconden, con mucha frecuencia, artificios contables, sin impacto en la economía real.
En las últimas semanas las Bolsas estadounidenses han vuelto a entrar en una zona de alta volatilidad, con los índices subidos en la montaña rusa y la percepción, eso sí, de que la situación económica será mejor en el segundo trimestre que en el primero.
El corto y el medio plazo vuelve, así, a mostrar su cara más peligrosa para las Bolsas, porque de nuevo será la intuición, o la fe, la que determine los movimientos. El gran riesgo, como lo observado hasta ahora, está en que la recuperación económica sea endeble y los resultados empresariales no mejoren.
El debate es inflación o crecimiento
Los precios del barril del petróleo han alcanzado en los últimos días los niveles más altos desde los atentados del 11 de septiembre. Las razones son la negativa de los países de la OPEP a abrir un poco más el grifo; la incapacidad de la industria estadounidense de refino, principalmente gasolinas, para renovarse, el descenso de las reservas en los países más industrializados y la percepción, en fin, de que la mejora económica conlleva mayores gastos en energía.
Los estudiosos consideran que para la zona euro un precio del barril del petróleo a 28 dólares es enemigo declarado, porque actúa a favor de alzas de la inflación y deteriora el pulso económico.
Sólo una mejora del euro serviría para paliar un tanto esta situación. Estados Unidos no es ajeno a este fenómeno. Es más, el debate en ciernes es si lo aconsejable es sacrificar un tanto la inflación a favor de que mejoren las condiciones económicas o volver a la política monetaria restrictiva para atacar la inflación, con lo que se enfriaría la economía. La tesis ganadora, por ahora, es la primera.