Valencia implanta varias 'zonas libres de móviles'
El músico Mstislav Rostropovitch suspendió un concierto cuando, en plena actuación, sonó un teléfono móvil. Existen casos más increíbles como el de un teléfono que interrumpió un entierro en Polonia, o la denuncia presentada por un paciente contra su médico porque éste atendió el móvil durante la operación. Estos ejemplos demuestran la necesidad de poner límite al uso de las tecnologías.
Con este espíritu nació NiceCom, compañía que asegura ser la única cuyo inhibidor de móviles está homologado por la Unión Europea para su instalación en organismos o lugares públicos. Se trata de una empresa valenciana que comenzó a comercializar sus aparatos en el pasado mes de enero y desde entonces los ha instalado en la sala de proyecciones L'Hemisferic de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia, en el Teatro Principal, también de Valencia, y en la iglesia de los Desamparados de Moraira (Alicante).
Este último caso es uno de los más curiosos, ya que responde a la donación de un feligrés que harto de las interrupciones que provocaban las llamadas durante las misas, decidió sufragar los gastos del sistema con una generosa donación. El párroco, Francisco Llopis, asegura que este invento favorece el ambiente de recogimiento y oración necesario en cualquier celebración religiosa.
Durante dos años, los ocho integrantes de NiceCom han trabajado en la homologación del aparato. La idea se remonta a hace tres años, cuando detectaron la necesidad existente en el mercado de buscar tecnologías que frenaran la utilización descontrolada de los teléfonos. Encontraron un sistema aplicado por los militares que evitaba las conversaciones telefónicas. Pero se trataba de un modelo grande y costoso, así que tomaron la tecnología para su posterior adaptación al uso civil. Sus mentores aseguran que 'no existe una regulación específica para la instalación de los aparatos'.
De momento, su ámbito de actuación se ha centrado en la Comunidad Valenciana, pero ya han comenzado a buscar alianzas para dar el salto a las grandes ciudades. En opinión de Raúl Aznar, director general de la empresa, sus potenciales clientes se encuentran en 'ayuntamientos, hospitales, salas de conciertos, universidades y todo lugar que requiera concentración y silencio'. Sus previsiones son vender 250 instalaciones durante este ejercicio.
Este inhibidor es un aparato de pequeño tamaño (la mitad de una caja de zapatos) que anula las señales que emiten los operadores de móvil. El usuario deja de tener cobertura en cuanto entra en el recinto, pero los sistemas de mensajería se mantienen operativos y durante los descansos vuelven a funcionar. El precio medio por instalación es de 1.250 euros.