El ritmo lo marcan las ventas
De un mercado tradicional de oferta y demanda se ha pasado a uno, al menos de modo coyuntural, dominado por las ventas. O si se prefiere, por los estados de ánimo de los vendedores en potencia. Los compradores son pocos a estas alturas del año. Los fuertes varapalos soportados parece que no son suficientes para despertar el apetito de un dinero que no tiene prisa.
Los analistas más fríos señalan en sus últimos informes de situación que poco a poco los 8.000 están dejando de ser una referencia especial para la Bolsa española, porque el tiempo se encargará de eliminarlo. Quieren decir, de una u otra manera, que el dinero no muestra un especial interés por entrar en la Bolsa a esos niveles. Será la progresiva falta de atractivo de las acciones, por tanto, la que se encargue de desviar la atención hacia otros cotas más bajas.
Para que esto se produzca es necesario que gestores e inversores coincidan en la idea de que los resultados empresariales no acompañan y, por tanto, no justifican las valoraciones excesivamente altas de muchas compañías de máxima capitalización y elevado número de accionistas privados.
Esta semana termina el periodo de presentación de los resultados del primer trimestre del año. La mayor parte de los balances se ha ajustado a lo esperado, pero ello no quiere decir, como predican algunos analistas de nuevo cuño, que las cuentas hayan sido buenas. En términos generales, los resultados han sido flojos y todo parece indicar que los del trimestre actual seguirán el mismo camino.
Las Bolsas, por tanto, no cuentan con el apoyo de las empresas y están obligadas revisar expectativas y valoraciones. Los movimientos dependen, así, del estado de ánimo de los vendedores y las bajas, como se ve desde hace días, de la visceralidad que den a sus órdenes.