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Elecciones

Muere asesinado el líder de la ultraderecha holandesa

El líder ultraderechista holandés Pim Fortuyn falleció ayer tras recibir varios disparos cuando se dirigía hacia su automóvil en la ciudad de Hilversum. El asesinato se produce a sólo nueve días de unas elecciones generales en las que Fortuyn confiaba en capturar al menos un 15% de los votos (según los últimos sondeos).

El primer ministro dimisionario holandés, Wim Kok, se declaró 'profundamente impresionado por el asesinato' y calificó el atentado como una 'profunda tragedia' para el país. 'No sabemos los motivos, pero es increíble que esto haya pasado en Holanda. Tenemos diferencias que hay que defender con palabras, no con balas', añadió.

Suspendida la campaña

El asesinato ha causado una gran conmoción en el mundo político holandés y los partidos han decidido suspender temporalmente todos los actos de la campaña electoral.

El anuncio de la suspensión fue realizado por el líder del partido liberal (VVD), Hans Dijkstal, en la televisión pública holandesa NOS.

Testigos presenciales aseguraron que Pim Fortuyn cayó desplomado tras recibir al menos seis disparos de un desconocido que se dio inmediatamente a la fuga.

Según manifestó su portavoz, el ultraderechista había recibido amenazas telefónicas en los últimos días, que había denunciado a la policía.

Fortuyn, de 53 años de edad y abiertamente homosexual, concurría a las próximas elecciones generales tras haber obtenido el pasado 6 de marzo cerca del 35% de los votos en los comicios locales de Rotterdam.

Controvertido por sus declaraciones extremistas de corte xenófobo, Fortuyn hizo una carrera meteórica sin apenas programa electoral, apoyado en una fuerte campaña mediática que le forjó una imagen -muy peculiar, por su rapada cabeza- de redentor de los problemas sociales.

El llamado fenómeno Fortuyn se había convertido en el símbolo que manifestaba el cansancio del electorado de los partidos mayoritarios. Según una encuesta de la firma Interview, sus votantes eran fundamentalmente varones jóvenes, de bajo nivel cultural e ingresos medios.

Aunque el eje de su campaña electoral era una cruzada contra la inmigración, Fortuyn siempre quiso mantener distancias con Joerg Haider o Jean-Marie Le Pen, y calificaba de 'intolerable' ser comparado con los líderes extremistas austriaco y francés.

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