'Muchas gracias'
Muchas gracias'. Esta escueta frase fue el colofón del día más crítico de la crisis que está viviendo el BBVA por el escándalo de las cuentas ocultas del BBV. José Ignacio Goirigolzarri, consejero delegado del banco, envió a primeras horas de la noche un mensaje electrónico a todos los directivos del BBVA en el que, en letras mayúsculas, les daba las gracias. Pocas palabras, pero grandes, para responder al apoyo sin fisuras que recibió de todos una vez conocida la petición del fiscal Anticorrupción Jiménez Villarejo, al juez Baltasar Garzón, de imputar al alto cargo del banco por el caso BBV.
Ese martes, 23 de abril, había empezado con buenos augurios. El periódico Abc publicaba una lista de personas para las que, presumiblemente, el fiscal Villarejo iba a pedir la imputación. El nombre de Goirigolzarri no figuraba. El hecho de que la información fuera firmada por un periodista con probados buenos contactos en la Moncloa parecía reforzar la fiabilidad del contenido. Satisfacción contenida. Parecía alejarse la peor de las hipótesis que se venían barajando en el banco desde que estallara la crisis. Nunca se descartó que el recientemente nombrado consejero delegado del BBVA, el hombre fuerte en la etapa de Francisco González al frente del banco, pudiera resultar imputado. Goirigolzarri había sido director general para el área latinoamericana y de allí procedían las peores acusaciones contra la entidad.
Con Francisco González fuera del banco, la mañana transcurrió tranquila hasta que los informativos de primera hora de la tarde se hacían eco de la lista de nombres para los que el fiscal Villarejo pedía la imputación. Goirigolzarri figuraba en ella. Una descarga eléctrica sacudió el banco. Las tensas reuniones de los días precedentes para conseguir la dimisión de sus cargos de los antiguos miembros del consejo procedentes del BBV, así como las que todavía se mantenían con los más recalcitrantes, se antojaban meras escaramuzas frente a ese torpedo que apuntaba directamente a la línea de flotación del BBVA de Francisco González.
El comité de crisis
Los siete miembros del comité de crisis se reunieron rápidamente sin necesidad siquiera de convocarlo formalmente. Los jefes de gabinete del presidente y el consejero delegado, Ignacio Moreno y José Sevilla, respectivamente; el responsable de la asesoría legal, Eduardo Arbizu; el director general financiero, Ángel Cano; el director de recursos humanos, Antonio Ortega; el propio Goirigolzarri, y el responsable de comunicación pergeñaron en poco tiempo los pasos a dar. Así, mientras el consejero delegado se encerraba en el despacho de Francisco González, se cursaban las convocatorias para la reunión del comité directivo, a las 18 horas; del consejo de alta dirección, a las 20 horas, y del consejo de administración, a las 21 horas.
El resultado de la primera de las citas permitió atisbar ya el sentir interno del banco. El malhumor de los directivos ante la petición de imputación crecía minuto a minuto y el apoyo al consejero delegado empezaba a ser solidario. En la siguiente reunión se recurre a la videoconferencia para que puedan estar presentes absolutamente todos los directivos del banco. En la sala del auditorio de la sede del BBVA en Madrid hay cerca de 125 ejecutivos. Una pantalla está conectada con Bilbao, donde se encuentran Ramón de Icaza, Javier Aresti y Luis María Ybarra; otra con Barcelona, para que pueda participar el miembro del consejo consultivo, Ignacio Ferrero, y, por último, conexiones con Latinoamérica. En total, hay congregados 250 altos directivos del banco.
En el transcurso de la reunión se decide elaborar un comunicado de apoyo del banco a Goirigolzarri. Dicho apoyo resulta monolítico cuando el primer directivo en tomar la palabra, en el turno de ruegos y preguntas, es Luis María de Ybarra, desde Bilbao. Pide el respaldo absoluto al consejero delegado, actitud que cobra un gran valor simbólico, ya que tanto él, como Ramón de Icaza y Javier Aresti siguen enfrentados con Francisco González al negarse a presentar la dimisión de sus cargos de consejeros del BBVA, algo que terminarán por aceptar dos días más tarde. Los nervios se van atemperando y empieza a surgir esa especie de euforia que aflora cuando alguien que se siente acorralado percibe que no está sólo. La batalla interna se ha ganado.
Con esta sensación, a las 21.15 horas, con 15 minutos de retraso, da comienzo la reunión del consejo de administración. Francisco González toma la palabra y hace un relato del día. Concluye su intervención asegurando que, tras las minuciosas investigaciones realizadas por el banco, puede asegurar que todas las actuaciones denunciadas por el testigo protegido y antiguo ejecutivo de la entidad, Nelson Rodríguez, son falsas. El siguiente en tomar la palabra es un emocionado Goirigolzarri, quien tras agradecer los apoyos trasmite a una concurrencia entregada el mensaje de que es el momento de cerrar filas en torno al banco y ponerse a trabajar.
Un prolongado aplauso
Un prolongado y cerrado aplauso de los asistentes retrasa la intervención de Eduardo Arbizu, quien da lectura al comunicado de apoyo del banco al consejero delegado. En torno a la 22 horas se levanta la sesión.
El día más crítico en la crisis del BBVA concluye con una sensación de victoria, de que se ha superado la parálisis que ha atenazado a los órganos de decisión del banco el último mes, ocupados exclusivamente en labores de defensa y depuración. Aunque, en realidad, para muchos de los que han vivido intensamente los acontecimientos de ese martes 23 de abril, el día termina a la mañana siguiente, cuando al llegar a su despacho se encuentran en su correo electrónico un mensaje dirigido por Goirigolzarri que, en mayúsculas, dice: 'Muchas gracias'. Agradecimiento que se volverá a repetir por el mismo procedimiento, aunque esta vez ampliado con la arenga al apoyo al banco, el viernes 26 de abril, cuando el juez Baltasar Garzón decide no imputar, por el momento, a José Ignacio Goirigolzarri.