Los pobres resultados de las empresas oscurecen el futuro de las Bolsas
El ocaso de las telecos, que son los valores que más han influido hasta ahora en la confección de los principales índices bursátiles, es el exponente cierto de la sobrevaloración de las cotizaciones según los resultados empresariales. Este hecho entronca con la incredulidad de muchos participantes del mercado respecto al futuro económico.
Los inversores y gestores analizan con detenimiento desde hace dos semanas la retahíla de resultados empresariales correspondientes al primer trimestre del año, con el añadido de que muchos de ellos se solapan con los del ejercicio pasado, tan breve ha sido el tiempo transcurrido entre ambas publicaciones.
La muestra más amplia la encontramos en Wall Street. El S & P 500 es el índice que siempre eligen los verdaderos profesionales, porque es el que mejor recoge la realidad. Hasta ahora han presentado cuentas cerca de 400 empresas, con una caída media del beneficio ligeramente por encima del 6% respecto al mismo periodo del año pasado y descenso de las ventas del 4%.
La palabrería de algunos analistas centrada en 'unos resultados en línea; mejores o peores de lo esperado', ya no ha tenido la influencia de antaño, porque, entre otras cosas, los inversores, que son los que ponen su dinero sobre la mesa, ya están cansados de tantos fuegos artificiales. Los resultados son los que son en términos de valoración bursátil. Otra cosa son las expectativas, esperanzas o desconsuelos de quienes siguen de cerca los acontecimientos de las empresas.
Resultados, por tanto, pobres y desajustados, en cualquier caso, con las valoraciones de estas empresas en Bolsas. O lo que es lo mismo, las Bolsas, más las estadounidenses que las europeas, siguen con multiplicadores muy altos. El beneficio operativo, que es el que utilizan los sabios desde siempre, no responde a las grandes expectativas que arrojan muchas cotizaciones.
Hasta marzo de 2000, los crecimientos del beneficio que se publican mantenían ritmos del 40%, si bien se ha comprobado más tarde que en muchos casos todo era contabilidad creativa. Dando por buenas esas tasas se podían mantener los índices en niveles de entonces. Las telecos asumieron, en mayor medida, este fenómeno.
Ahora los crecimientos del beneficio operativo son inferiores al 10% en el mejor de los casos. Lo normal son los descensos, principalmente en los sectores más endeudados. Las telecos son el ejemplo más claro.
Los analistas van más lejos y consideran que la mayor parte de los sectores tradicionales arroja, asimismo, valoraciones muy altas.
Los bancos levantan el dedo
La debilidad creciente de los valores de telecomunicaciones ha sido compensada en términos de índices bursátiles por el renacer de los valores financieros, que en el caso del mercado español están encarnados por los dos grandes bancos.
Este fenómeno tiene una explicación más técnica que fundamental, porque las cuentas de los bancos, al menos las que se han divulgado hasta ahora, no son, precisamente, para echar las campanas al vuelo.
Las Bolsas tienen sus propias reglas de juego. Un ejemplo, los gestores acuden, por norma, a los valores más líquidos y capitalizados, y de ahí no se mueven. Cuando flaquea uno de los grandes sectores cambian posiciones hacia otro de dimensiones parecidas, y viceversa.
Por eso llama la atención que algunos bancos, grandes y medianos, levanten el dedo, como en el parvulario, para contestar a preguntas diferentes. Se ha aprovechado, en fin, el cambio táctico de posiciones para poner en marcha la maquinaria especulativa de las fusiones y opas, y animar más el cotarro.