Fuerte caída de la confianza de los consumidores franceses en abril
Confianza del consumidor de abril en Francia: -18; previsión: -14; anterior: -15
El repunte registrado por la cotización del petróleo desde finales de febrero ha tenido un notable efecto sobre la percepción de los consumidores franceses respecto a la evolución pasada de los precios al consumo, provocando además un fuerte impulso sobre las expectativas de inflación. Este factor se presenta como el principal responsable del desplome que registra en abril la confianza de los consumidores galos, que anota el mayor caída desde el pasado mes de septiembre que sitúa al índice en su mínimo desde abril de 1998.
El marcado empeoramiento de la percepción de las familias respecto a su nivel de vida pasado y el deterioro de las expectativas futuras, que había iniciado una senda de progresiva recuperación en los últimos meses, aparece claramente ligado a esta evolución de los precios. De hecho, llama la atención que este deterioro se produzca de forma simultánea a una clara mejoría de las expectativas de los consumidores acerca del nivel de desempleo futuro, rúbrica que progresivamente abandona los máximos de comienzos de año (en este mes se sitúa en su nivel más bajo desde agosto del pasado año).
Las implicaciones negativas de este dato en términos de gasto de las familias quedarían algo matizadas, en la medida en que, tras el fuerte repunte inicial, el precio del petróleo ha dado síntomas de cierta estabilización en abril y se constata un cierto freno en el deterioro del mercado laboral. En el corto plazo la confianza de las familias podría verse distorsionada por factores como el resultado de las elecciones a la presidencia de la República (posiblemente sesgará a la baja el dato de mayo), el inicio del proceso electoral y la incertidumbre ante las medidas económicas (fundamentalmente fiscal) que pondrá en marcha el gobierno resultante. Este escenario de mayor incertidumbre podría ser un factor que, en un entorno de debilidad del mercado de trabajo y elevada volatilidad de las tasas de inflación, favorecería una pérdida de vigor del consumo privado en la primera mitad de año.