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Columna
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Lo que Dios quiera, tango triste del trueque

Que sea lo que Dios quiera!, terminó desesperado su intervención el presidente argentino Duhalde, ante la incapacidad de su Gobierno para encontrar fórmulas que desbloqueen las negociaciones con el FMI y se abra la posibilidad de un retorno a las condiciones que permitan recuperar la credibilidad internacional de este maltrecho país. Esta salida de Duhalde, combinación de impotencia y fatalismo, sería imposible en un dirigente político europeo. Es difícil de imaginar que frente a una situación límite, con una opinión pública angustiada y furiosa, en cualquier país miembro de la Unión Europea algún primer ministro o jefe de Gobierno se permitiera encomendarse a Dios como última solución para sacar a su país del momento dramático y a la vez incomprensible en el que vive este querido país.

Me preocupa mucho esta situación. En términos políticos, un presidente que se encomienda a Dios en tales circunstancias lo normal es que presente la dimisión y se marche a casa. Pero tal posibilidad es probable que termine demostrando que si Duhalde no recibe pronto respuesta de la voluntad divina , y se viera obligado a dimitir, nadie se presente voluntario para sustituirle como están las cosas.

No pretendo con este argumento defender a Duhalde. No, no se trata de eso. Lo que pretendo reflejar es que Argentina puede llegar a la situación increíble de ser un país donde nadie quiera ser presidente, nadie quiera ser ministro de Economía y nadie quiera ser el ministro de la Gobernación encargado de reprimir la justificada cólera de unos ciudadanos estafados. Sí, la situación empieza a tornarse imprevisible y deberíamos estar muy preocupados.

No me atrevo a juzgar el nuevo plan económico pactado por Duhalde con los gobernadores de las provincias y hasta dónde las autoridades del FMI están dispuestas a tensar la negociación. Estamos ya en un escenario de otra naturaleza que tiene que ver con la desarticulación de un Estado, de un país, donde sus ciudadanos no tienen un horizonte que les asegure siquiera su mínimo vital.

Que una familia se vea obligada a practicar el trueque, cambiando la lavadora por unos kilos de patatas o carne, es un dato de la realidad que muestra que estamos en la antesala del sálvese el que pueda, es decir, se está rompiendo la posibilidad de recuperar a una ciudadanía que difícilmente podrá tener la más mínima confianza en cualquiera de las combinaciones posibles del nuevo plan económico.

Cuando los ciudadanos dejan de creer en sus instituciones, detestan a su clase política y piensan que no hay esperanza en el futuro empiezan a moverse por el instinto de supervivencia, por la necesidad primaria de llevar algo a casa para poder dar de comer a su familia. Habrá quien lo consiga durante las próximas semanas construyendo un mercado de trueque hasta que ya no quede nada que cambiar. Entonces me pregunto qué pasara. Será muy difícil recuperar a estos ciudadanos para un modelo de economía sana, abierta y competitiva. Una economía de mercado exige transparencia, confianza y estabilidad, pero sobre todo que se desarrolle dentro de un espacio democrático donde los ciudadanos, a través de sus capacidades personales, colaboren en la creación de riqueza y empleo. Es el elemental pacto democrático entre quienes gobiernan y representan al Estado y aquellos ciudadanos que producen y generan la economía real.

El quebranto del pueblo argentino es tan grande que no será fácil llevarle a este convencimiento incluso si por razones claramente políticas el FMI flexibilizara su posición y se llegara a un acuerdo en las próximas semanas. Una ciudadanía que se mueve por el instinto de supervivencia que la ha llevado a practicar el trueque tendrá el mayor de los recelos para incorporarse a la solución económica que eventualmente pudiera pactarse entre el Gobierno argentino y el FMI. El vértigo a que políticos incompetentes y corruptos les vuelvan a engañar otra vez puede ser un factor paralizante a la hora de encarrilar el futuro del país.

Sinceramente, me he preguntado muchas veces estas últimas semanas qué más podrá suceder en aquel país. Argentina se está deshaciendo lentamente. Están ya en el trueque. Atención. El tema es muy serio.

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