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Agricultura

España quiere potenciar el desarrollo rural para evitar la despoblación

Ante la manifiesta despoblación del medio rural (una treintena de provincias españolas ha perdido población en los últimos años), España quiere impulsar en su presidencia comunitaria una mayor dotación para los instrumentos que deben procurar el desarrollo económico de las zonas rurales. Entre ayer y mañana, el ministro de Agricultura Miguel Arias Cañete tratará de convencer en Murcia a sus colegas comunitarios de la necesidad de este impulso.

Bruselas ha encomendado a los agricultores europeos (multifuncionalidad), sobre todas, tres misiones fundamentales: proveer de alimentos (ahora de calidad, tras la crisis de las vacas locas) a la sociedad, preservar el medio ambiente y fijar población en las zonas rurales.

Mientras que el primer objetivo se ha logrado al menos cuantitativamente y el segundo podría ser objeto de matizaciones, el tercero posee los mimbres para convertirse en un estrepitoso fracaso.

Sobre todo en España, como muestran los datos del Instituto Nacional de Estadística: los últimos censos manifiestan una considerable pérdida de población en las provincias con agricultura menos competitiva (17 han visto mermados sus habitantes en los últimos 25, 10 y cinco años, y en otra decena la merma se salva por el crecimiento de la capital de provincia), mientras que los grandes núcleos metropolitanos o territorios de economías no exclusivamente agrarias han engrosado sus censos tras acoger las migraciones de zonas rurales.

Tal hecho, unido al compromiso que el ministro español de Agricultura, Miguel Arias Cañete, contrajo con su homónimo comisario europeo Franz Fischler de revisar, al menos temáticamente, la política de desarrollo rural antes del primer asalto a la definitiva reforma de la política agraria común que se presume para junio, ha supuesto que España aproveche en su presidencia europea la reunión informal de ministros de Agricultura para fijar un orden del día fundamentado en 'una reflexión sobre los conceptos y los instrumentos' para avanzar en el futuro del desarrollo rural.

Por ello, desde ayer y hasta mañana en Murcia, los ministros europeos quieren trazar los caminos que procuren un trasvase de fondos del primer (política de mercados) al segundo pilar de la PAC (desarrollo rural). Existen las ganas, pero no los métodos.

La modulación lineal de las ayudas (Fischler ya propuso una horquilla de mínimos y máximos, de un 10% a un 20%) o la degresividad de las mismas (pagar menos por hectárea o cabeza de ganado) son los instrumentos que se barajan para impulsar la incorporación de jóvenes al campo, las ayudas agroambientales, las indemnizaciones compensatorias, el cese anticipado de los agricultores o la diversificación de la economía rural, entre otros programas diseñados para dinamizar la vida de los pueblos. El intento engulle ya más de 14 millones de euros cada año, pero los resultados demuestran que no son suficientes.

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