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Tribuna
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Nueva constelación bancaria

Per aspera ad astra, reza el proverbio latino. Con la que está cayendo, nada mejor que mirar a lo alto, al firmamento, buscando un observatorio libre de la contaminación lumínica, como el que recuperó mi bisabuelo Antonio Aguilar Vela en El Retiro madrileño. Recordemos, a contrario sensu, la afirmación de Mario Conde días después de la intervención por el Banco de España de Banesto, acaecida el 28 de diciembre de 1993. En aquel escenario del Eurobuilding madrileño Mario terminó asegurando que el futuro no está escrito en las estrellas.

Por si acaso se recomienda la lectura de un texto elemental como el editado por Cambridge University Press bajo el título de Un paseo por las estrellas. Porque, desde tiempos remotos, la gente ha mirado las estrellas como ayuda para orientarse en los viajes por mares y desiertos donde faltan otras referencias y para saber cuándo sembrar y cosechar o para trazar la alineación de sus templos o de sus sepulturas.

Como siempre, igual que en los pasatiempos infantiles donde se presentan innumerables puntos, lo fundamental para resolver el problema es acertar en la elección de los vértices de cuya unión resulta la figura buscada. Y esa selección incluye el recurso a un cierto grado de arbitrariedad. En definitiva, las constelaciones se conocían desde hace más de 5.000 años, cuando apenas nuestros antepasados se habían aventurado a salir de Atapuerca. De ellas dejó constancia el astrónomo griego Eudoxo, discípulo de Platón en Atenas. Pero fue Ptolomeo quien más de 100 años antes de Cristo fijó una lista de 48 que ha permanecido casi inalterada hasta nuestros días. Sólo en el periodo de los siglos XVI, XVII y XVIII Johannes Bayer, Hevelius y Nicolás de Lacaille, respectivamente, propusieron algunas nuevas incorporaciones.

Aclaremos también que en su giro alrededor del Sol, todos los planetas del sistema, excepto Plutón, se sitúan en el mismo plano en el que se inscribe la órbita de la Tierra. Ese plano que soporta las trazas orbitales se denomina plano elíptico y en él se sitúan 13 constelaciones que forman el Zodiaco, aunque por tradición se excluya la decimotercera, Ofiuco, del citado grupo zodiacal.

Las ciencias adelantan y los astrónomos actuales han elevado el número de las constelaciones reconocidas a 88, que ahora consideran como simples áreas del cielo, no como patrones o dibujos de las estrellas. De manera que, como esos patrones nunca se han oficializado, quedamos en libertad para crear cualquier diseño de constelación que deseemos. Claro que para que del ejercicio de nuestra libertad de diseño termine por ser una referencia es preciso que sostengamos de manera activa nuestra determinación, sin abandonar el empeño.

Pero vayamos sin más al firmamento de la banca y examinemos la disposición de los cuerpos celestes utilizando para señalar los vértices nuestros propios criterios, de manera que con el trazo de las rectas imaginarias que los unan se deriven las figuras de las constelaciones capaces de permitirnos una interpretación orientadora del informe caos de partida. En todo caso, en la astronomía como en toda la física los avances teóricos se producen cuando el perfeccionamiento de los instrumentos de observación permite detectar nuevos fenómenos que rebasan los límites de las teorías establecidas y es necesario idear otras que los expliquen.

Así que reconozcamos que el presidente del banco SCH, Emilio Botín, debe haberse dotado de uno de los telescopios más potentes y analicemos su afirmación sobre el principal competidor BBVA, del que ha dicho que es 'un bancazo'. Cómo andará Castilla que pide trigo, dicen en la zona de Aguilar de Campoo, azotada por la crisis de la galleta María, y cabe decir otro tanto de cómo andarán las cosas en el firmamento de la banca para que Botín se lance al elogio del BBVA.

Otro observatorio de diferente ubicación geográfica es Neguri, el antiguo Campo del Volantín, según ha recordado un avieso periodista. Allí, en Los Tamarises, el fin de semana pasado todo eran comentarios sobre el seísmo de consejeros, imputaciones, fondos, Jerseys y dimisiones varias. Y entre los afectados, algunos repetían que el infortunio que ahora se abate sobre ellos no hubiera ocurrido si en el Gobierno hubieran estado los socialistas. Con los socialistas, siempre responsables y respetuosos con la sociedad establecida, esto no hubiera pasado.

Otros en la misma barra advertían en tono más confidencial que los grandes, los presidentes de instituciones privadas o públicas tienen vetada la salvación personal cuando la intentan incluso a costa de la entidad, y los más versados se remitían al sabio principio enunciado por Carlos Clausewitz sobre la limitación de la victoria. Porque a partir de un momento el intento de continuar la explotación del éxito se convierte en la preparación para el desastre. Atentos.

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