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Política cambiaria

Las divisas se muestran resistentes a las crisis

En contra de lo acontecido históricamente, las divisas latinoamericanas han mostrado en los últimos meses una relativa fortaleza con respecto al dólar, reduciendo de forma considerable la volatilidad de sus divisas.

Ni las crisis desencadenadas en Venezuela y, ni tan siquiera, en Argentina han tenido un riesgo sistémico significativo, circunstancia característica de las crisis acaecidas en las últimas dos décadas. No cabe duda de que entre las razones que han justificado este reducido efecto contagio en países emergentes, los planes de estabilidad y saneamiento llevados a cabo por los países latinoamericanos y la mayor credibilidad de sus políticas monetarias y fiscales juegan un papel fundamental. Mención especial merecen tanto el bolívar venezolano como el real brasileño.

En el primer caso, tras la devaluación del pasado mes de febrero, la divisa venezolana ha logrado estabilizarse en torno a las 850-900 unidades por dólar. La fortaleza del petróleo, corroborada esta semana con la ascensión de Alí Rodríguez a la presidencia de PdVSA (Petróleos de Venezuela), supone un elemento determinante en la evolución del bolívar. Tampoco el real brasileño se ha visto especialmente afectado por el recrudecimiento de la situación en Argentina, reflejando las favorables condiciones internas.

Buen reflejo de la mayor estabilidad de las divisas es la evolución de las volatilidades en sus cruces con el dólar, hasta situarse por debajo del 10%, niveles que históricamente han sido más característicos de regiones con mayor estabilidad tanto política como económica, como es el caso de Europa del Este, del sureste asiático o incluso de la zona euro.

æscaron;nicamente la excesiva fortaleza del peso mexicano ha provocado que en las últimas semanas haya experimentado depreciaciones con respecto al dólar. En términos de paridad de poder adquisitivo, la sobrevaloración de la divisa mexicana puede situarse en torno al 30%. Esta circunstancia ha estado condicionada por la fuerte entrada de capitales procedente de los movimientos del sistema financiero mexicano, que provocó en 2001 una apreciación de la divisa mexicana del 5%, en un año en el que la elevada aversión al riesgo del mercado provocó una apreciación generalizada de la divisa estadounidense.

El real brasileño perdió cerca de un 2% frente al dólar debido a los temores de que el candidato populista Lula da Silva gane las elecciones presidenciales de octubre. En México, la caída de los tipos de interés impulsó la divisa al mínimo de los últimos cinco meses, mientras que el peso chileno también perdió terreno frente a la moneda estadounidense en un movimiento que anticipa nuevas bajadas de tipos por parte del banco central ante los malos indicadores de actividad dados a conocer recientemente.

Peligra el control de precios en México

 

En su último comité, el Banco de México resolvió relajar su política monetaria mediante una reducción de lo que en ese país se denomina el corto monetario (cantidad de liquidez que retira del sistema financiero) desde los 360 millones de pesos diarios, hasta los 300 millones. La decisión se tomó a pesar de que la inflación no muestra aún signos de moderación desde diciembre y se mantiene por encima de la meta para fin de año del 4,5%. Según el instituto emisor, los riesgos de incumplir esta meta son bajos debido a que las recientes alzas en los precios se deben sólo a factores excepcionales, como el aumento del precio del gas y de algunos vegetales, observación que el Banco de México justifica con la sostenida trayectoria descendente que muestra la inflación subyacente.

 

 

 

 

 

 

 

No obstante, existen factores que ponen en riesgo el cumplimiento de la meta inflacionista. En primer lugar, gran parte de la moderación de la inflación desde que se crearon en 1995 los actuales estatutos del Banco de México se ha logrado gracias a una apreciación en términos reales del peso, situación que en 2002 no volvería a repetirse. Adicionalmente, factores subyacentes que afectan la tendencia de largo plazo, como los salarios, crecen a tasas superiores al 6%, lo que se traduce en que la inflación de los servicios se ubique en el 7%. De esta forma, una moderada depreciación de la divisa junto con un escenario de recuperación de la demanda agregada podrían repercutir en repuntes de la inflación hacia fines de año, ante los que el Banco de México deberá responder con una política monetaria más restrictiva.

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