Oportunidades y atractivos para la inversión en Chile
Daniel Armesto anima a los empresarios españoles a apostar por Chile, un país caracterizado por tener una economía estable y un marco legal favorable a la inversión extranjera
Chile, con sólo 15 millones de habitantes, puede parecer un mercado de reducidas dimensiones si lo comparamos con sus vecinos Argentina o Brasil. Probablemente por ello, y aunque sí han entrado en Chile los grandes grupos empresariales españoles, la mayoría de las empresas españolas no han parecido prestar mucha atención a este país en su proceso de internacionalización. Sin embargo, Chile ofrece un entorno económico y legal favorable a la inversión extranjera y ha demostrado un grado de estabilidad extraordinario en la región, al tiempo que constituye, en muchos sectores, una plataforma excepcional para la penetración en los mercados americanos.
Precisamente por tratarse de un pequeño país, la economía chilena está fuertemente orientada a la exportación, lo que constituye también una fuente de oportunidades para la empresa extranjera. La amplia red de acuerdos comerciales suscritos con otros países latinoamericanos (Bolivia, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Perú, Venezuela, Mercosur, países centroamericanos) ofrece un acceso privilegiado a estos mercados. También cuenta con un acuerdo de libre comercio con Canadá y se encuentran muy avanzadas las negociaciones al respecto tanto con EE UU como con la UE, esperándose que ambos acuerdos se concluyan en 2002.
Como es lógico, Chile está acusando la recesión económica mundial, pero el hecho de no haberse visto arrastrado por las dificultades económicas de su vecina Argentina ha demostrado que su economía es básicamente saludable. El PIB creció un 3,1% en 2001, previéndose un crecimiento del 2,3% en 2002 y pudiendo recuperar índices en el entorno del 5% a partir de 2003. La baja tasa de inflación (2,6% en 2001), el moderado déficit público (0,5% del PIB) y el estado saludable de la deuda externa confirman una situación económica estable y sostenida.
También hay que destacar los recursos humanos del país. La población es joven (con una edad media de 28 años) y cuenta con un elevado nivel de formación. Los costes salariales se mantienen moderados y el marco de relaciones laborales sigue siendo flexible y en general poco conflictivo, pese a las modificaciones de la normativa laboral aprobadas en diciembre 2001, que han reforzado el papel de los sindicatos y establecido límites adicionales al despido.
Los límites y controles previos de las inversiones extranjeras son mínimos. æscaron;nicamente se limita en determinados sectores estratégicos. En la generalidad de los casos el inversor extranjero debe obtener aprobación previa, pero ésta raramente es denegada. La repatriación de rentas es libre, si bien el pago de dividendos a cuenta requiere la presentación de un balance trimestral auditado al Banco Central.
La carga impositiva soportada por las sociedades es moderada. Los beneficios no distribuidos quedarán sometidos a un tipo impositivo del 17% a partir de 2004 (16% en 2002, 16,5% en 2003). En el momento de distribuirse los dividendos se paga un impuesto complementario, de modo que el gravamen total asciende al 35% del beneficio. El sistema fiscal incentiva por tanto la reinversión de beneficios en la empresa, al diferir el impuesto complementario hasta el momento de su distribución a los accionistas. Es importante prestar atención a determinadas peculiaridades de la normativa fiscal, como las limitaciones a la deducibilidad de intereses y al ajuste inflacionario. Existen también zonas francas (Iquique, Punta Arenas, Arica), desde las que las empresas pueden realizar actividades manufactureras, logísticas o comerciales con importantes reducciones fiscales y ayudas públicas.
Respecto al personal desplazado, resulta de interés el hecho de que los residentes en Chile por un periodo no superior a tres años quedan sometidos a gravamen únicamente por sus ingresos de fuente chilena.