La UE planta cara a Microsoft
Francia y Alemania se convierten en estandartes de la lucha europea por usar programas libres que permitan mantener la independencia tecnológica de EE UU
Al grito digital de 'sistemas abiertos, desde el teclado al servidor de Red', internautas y Gobiernos europeos se aprestan para una batalla en la que se dirimen beneficios muy tangibles. Una brecha se abre entre los grandes fabricantes estadounidenses de programas informáticos y su principal mercado exterior, Europa, donde obtienen el 35% de los ingresos. La Unión Europea, con Francia y Alemania al frente, ha iniciado la marcha hacia una independencia informática que pasa, como no podía ser menos, por sacudirse el yugo virtual del imperio Microsoft. Europa desea contar con alternativas a los omnipresentes sistema operativos de la compañía de Redmond, por cuya utilización paga jugosos derechos de propiedad, a pesar de que la mayoría de las veces no puede escrutar la trastienda del programa para modificarlo u optimizarlo a su antojo.
El Estado español, según la asociación Hispalinux, podría ahorrarse 300 millones de euros de los 1.200 millones que invierte anualmente en tecnología informática si optase por utilizar software libre, programas cuya adquisición lleva aparejada los derechos de uso, modificación, copia y distribución, sin necesidad de abonar una licencia. En opinión de Juan Tomás García, presidente de la citada asociación, que promueve en España la utilización del sistema abierto Linux, 'la estrategia de los sistemas propietarios condiciona a sus compradores a sostenidos contratos de soporte, mantenimiento y desarrollo, lo que fomenta una fuga de capital hacia intereses extranjeros'.
¿Por qué son secretos los códigos de la mayoría de los programas informáticos? La pregunta recorre como una llamarada las Administraciones públicas europeas. Y hace temblar al oligopolio que, con Microsoft al frente, domina a escala mundial un mercado que se calcula moverá, sólo en Europa, casi 110 millones de euros en 2005. La respuesta, según estos fabricantes, parece obvia. La enigmática savia electrónica que alimenta toda la información en los ordenadores procede de cuantiosas inversiones que deben ser protegidas por el derecho sobre propiedad intelectual y recompensadas con unos royalties adecuados.
Pero, ¿qué ocurre cuando una parte del sector decide competir revelando los códigos de sus productos, y su oferta, a veces más barata, no sólo es bien acogida por ciertos países, sino que se convierte en el estandarte a favor de una sociedad de la información plural y abierta? Esta revolución bulle en los círculos internautas más especializados y se propaga ya hasta las páginas de los boletines oficiales de los Estados.
El primer ministro francés, Lionel Jospin (que mañana disputa en las urnas a Jacques Chirac la presidencia de la República), dictaba el pasado 21 de enero una circular sobre aplicaciones informática usadas en la Administración que supone, según el propio texto, 'pasar a una nueva etapa en materia de servicios en línea' basada en 'una federación de sistemas abiertos'. Francia cuenta, además, con una agencia pública (Atica) que el pasado 10 de abril celebraba su tercera Jornada de libertad, dedicada, como las anteriores, a promover el uso de software libre entre los funcionarios galos. A las jornadas asisten alrededor de 200 personas. 'Los franceses, como siempre, se han tomado el tema como una lucha religiosa', apunta un analista estadounidense del sector.
Y el cisma se extiende. El parlamento alemán desbroza también el camino para que la Administración pública dé prioridad a la utilización de software libre. Berlín ha concedido una subvención de 163.000 euros al grupo de usuarios de Unix para que investiguen un nuevo sistema de cifrado de mensajes electrónicos basado en software libre. Y la Agencia de Tecnologías de la Información del Gobierno alemán considera ya fiables los sistemas abiertos para utilizarlos en casi todas las tareas administrativas. El Gobierno noruego, por su parte, está evaluando la posibilidad de utilizar Linux para renovar el parque ofimático de la Administración y reducir así su dependencia de Microsoft.
La cruzada llega ahora hasta las instancias europeas. El próximo mes una delegación gubernamental francesa visita la Comisión Europea para 'comenzar la presión', según fuentes del Gobierno galo. En Bruselas le espera una acogida favorable, a juzgar por los folletos oficiales del departamento de Sociedad de la Información. 'Hasta hace poco, el desarrollo de sistemas abiertos recibía poco apoyo en los programas comunitarios de investigación. Pero ahora eso está cambiando hacia un significativo esfuerzo, tanto en Europa como en otras partes del mundo'.
Apagando la luz y deteniendo a los taquígrafos, la Comisión va incluso más lejos: 'Ninguna decisión puede adoptarse hoy día sin tomar el software libre como un parámetro esencial, una oportunidad y un componente fundamental de las políticas, desde la de infraestructuas hasta la de investigación, de la licitación a la competencia'. El departamento de Competencia, que dirige el comisario Mario Monti, investiga desde hace meses el riesgo de que Microsoft aproveche su dominio en los sistemas operativos para controlar el mercado de servidores de Internet, correo electrónico o comercio virtual.
Per Haugaard, portavoz oficial del departamento de Ciencia y Tecnología, que dirige el comisario Erkki Liikanen, niega sin embargo que la actitud de la Comisión Europea se pueda calificar de 'partisana' y mucho menos enmarcarse en un deliberado intento de escapar a la dependencia de Microsoft.
La Comisión, es cierto, prefiere no bajar a las trincheras donde se encuentran los abanderados de Linux, el sistema operativo de código abierto creado en 1991 por un alumno de la Universidad de Helsinki. Diez años después, la obra del finlandés Linus Torvalds comienza a superar el estatus de objeto de culto que disfrutaba hasta hace poco. Su compleja utilización le aleja todavía, según los críticos, de la clientela masiva, pero el carácter público de sus códigos ha encendido un debate que cuestiona la supremacía en las pantallas de Microsoft.
Linux, el icono del software libre representado por un pingüino, domina el debate en gran parte del planeta. Para los países en vías de desarrollo, como México, el sistema abierto supone una opción barata y fiable a los programas que operan con licencia. El Gobierno de Brasil recomienda su utilización en todos los niveles de la Administración, Perú ya cuenta con un proyecto de ley en ese sentido y Pekín ha anunciado su intención de decantarse por Linux durante la introducción de las nuevas tecnologías en China, el cliente potencial más importante del mundo.
'Microsoft no rehúsa ese debate', asegura en Bruselas la compañía estadounidense. Pero la sola mención del software libre cambia el tono de la conversación. Las grandes empresas, cuya investigación ha contribuido ha transformar la vida diaria del planeta en apenas tres décadas, soportan mal las lecciones presuntamente morales por parte de la competencia. Mark Lange, abogado del departamento legal de Microsoft en Bruselas, sostiene que 'la mayoría del público busca sistemas seguros y fiables', y sólo los grandes especialistas en informática pueden encontrar algún beneficio en echar un vistazo a los 30 o 40 millones de códigos que oculta, por ejemplo, el programa Windows. La compañía comparte desde hace 10 años esa información con ciertas universidades. 'Y este plan se impulsó significativamente el año pasado', afirma el abogado.
Microsoft teme que se imprima 'un sesgo político' a la política de adquisición de material informático por parte de las Administraciones públicas, según reconoce Lange. Para Lange, 'en la licitación pública, los clientes deben evaluar las ofertas y elegir la mejor opción'. Para Juan Tomás García, de Hispalinux, el software libre 'ofrece acceso al código fuente, reportando un alto grado de independencia tecnológica para el país, dejando el dinero dentro de sus fronteras y convirtiéndose así en un motor de riqueza'.
La baza de este nacionalismo europeo de nuevo cuño aunó recientemente los apoyos necesarios para lanzar el programa de navegación por satélite (Galileo) que competirá con el monopolio estadounidense (GPS) a partir de 2008. La dependencia casi absoluta de EE UU en programas informáticos, sistemas operativos o navegadores de Internet está desatando una revuelta similar a la de Galileo.
La UE observa los programas abiertos como la posibilidad para crear una industria propia e independiente. La fabricación de programas informáticos genera ya más de un millón de puestos de trabajos directos e indirectos en Europa Occidental, la mayoría en empresas de raíces norteamericanas. La factura fiscal en Europa de un sector cuyos salarios dobla normalmente la media nacional se elevó a 18.000 millones de euros.
El negocio de Microsoft está basado en la venta de licencias. El software libre desmonta este modelo de negocio. Básicamente, se basa en los servicios, formación y consultoría. Además se colabora y se coopera para sacar los productos. 'La única protección que tiene Microsoft para que nadie más pueda hacer programas es patentar software', dice García, 'y tiene patentado todo lo que se puede hacer en informática, desde abrir un fichero y añadir datos hasta formatos de documentos, pasando por cómo escribir una carta'.
La defensa del mercado también se aborda por la vía legislativa y Washington presiona para que Europa reconozca las patentes de software como se hace ya en EE UU. Bruselas respondió el pasado mes de febrero con un proyecto de directiva que abre la vía para ciertas patentes, aunque sólo cuando se trate de innovaciones tangibles y concretas vinculadas a algún soporte tecnológico. 'A quienes apoyamos el software libre nos parece una barbaridad que una compañía decida el futuro tecnológico de Europa', subraya García.
El cándido mensaje electrónico de Linus Torvalds que el 25 de agosto de 1991 anunció el nacimiento del nuevo sistema operativo concluía con una sonrisa informática :-). Once años después su idea provoca al otro lado del Atlántico ceños nada virtuales.
LinEx, programas libres extremeños
Bajo el lema 'Sé legal, copia LinEx', la Junta de Extremadura presentó el miércoles una iniciativa para divulgar el software libre entre sus ciudadanos. LinEx se enmarca dentro de un proyecto más amplio de esta Administración regional para impulsar la sociedad de la información y está formado por un conjunto de aplicaciones que permiten el manejo de un ordenador. Desde un procesador de texto o una hoja de cálculo hasta un editor de imágenes, un generador de páginas webs o un programa para reproducir música. Cada uno ha sido bautizado con nombres asociados a Extremadura: Grulla, Monfragüe, Zurbarán o Mérida.
La Junta, que prevé instalar este software en todos los centros educativos de la región a los que ha dotado de una red de banda ancha, planea repartir 80.000 CD gratuitamente con LinEx. La inversión en el proyecto ha rondado los 240.404,84 euros (40 millones de pesetas), pero, según Luis Millán, consejero de Educación, Ciencia y Tecnología de la Junta, 'no hubiéramos podido acometer el proyecto con software propietario, ya que el precio de cada licencia ronda 300 o 400 euros'.
Millán cree necesario eliminar la dependencia actual que Europa tiene del software estadounidense. 'Debemos arriesgarnos y evitar tener que pagar los royalties actuales'. Este político vinculado al PSOE confía, al igual que la senadora socialista Ana Isabel Arnáiz, en que el software libre permita crear un tejido industrial nacional o regional. El objetivo de LinEx es fomentar la idea entre el empresariado de Extremadura de que existen alternativas válidas a los sistemas propietarios, de modo que el ahorro en el pago de una licencia se reinvierta en contratar servicios personalizados de mantenimiento, de modo que los licenciados extremeños en informática y telecomunicaciones se queden en la zona.
El interés por el software libre en la Administración pública española va más allá. Hace unas semanas Miguel de Icaza, uno de los mayores expertos en este tipo de sistemas, explicaba sus ventajas a los senadores españoles miembros de la comisión de la sociedad de la información. Pocos días después, Ciencia y Tecnología mantenía una reunión con Hispalinux, la asociación española dedicada a la promoción del software libre. Según Juan Tomás García, su presidente, el ministerio ha solicitado informes sobre las ventajas de este tipo de sistemas en la educación, la industria y el desarrollo de la pyme.
El Ministerio de Administraciones Públicas, con la colaboración de la empresa Ándago, tiene ya interconectados 4.000 ordenadores y 400 servidores con software libre.