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Tribuna
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Los buenos Ratos de Radio Forana

Se ocupa Rafael Sánchez Ferlosio en sus Glosas castellanas, publicadas dentro del volumen El alma y la vergüenza, del 'hay' como verbo traspunte, verbo que pone en escena, que goza del milagroso don de ejercer el oficio de la pura agnición originaria, del puro reconocimiento hasta entonces ignorado.

Así empiezan los cuentos infantiles 'había una vez un leñador', y así lo hacían también las canciones compuestas para las series de dibujos infantiles o para las del circo televisado de Gaby, Fofó y Miliki. Recordemos aquélla de origen francés: æpermil;rase/ una vez/ un planeta triste y oscuro/ y la luz/ al nacer/ creó un bonito mundo de color. O la que todos memorizamos: Había una vez un circo/ que alegraba siempre el corazón/ lleno de ilusión, alegría y buen humor/ el circo daba siempre su función.

En esa misma y admirable línea se sitúan las narraciones del Gobierno del Partido Popular a propósito del comportamiento de los órganos reguladores y de la propia Administración del Estado bajo su dirección. Para comprobarlo, basta escuchar cómo responden el presidente Aznar, el vicepresidente Rato, el ministro de Hacienda, Montoro, y hasta el de la Presidencia, Lucas, cuando son preguntados en la sesión de control de los miércoles en el Pleno del Congreso de los Diputados.

En seguida entonan lo de 'érase una vez una España triste y oscura, donde bajo los socialistas todo era paro, despilfarro y corrupción', y explican cómo la luz al nacer, es decir los del PP al llegar, creó un bonito mundo de color, de prosperidad, de crecimiento económico, de reducción del paro, de déficit cero, de supresión de impuestos, de déficit cero y de tantas otras maravillas, que los desalojados del abuso siguen sin reconocer.

Menos mal que la orquesta mediática del Gobierno está dispuesta siempre a atacar incansable la partitura de los pajaritos cantan y las nubes se levantan para ilustrarnos sobre nuestro descarrío y sobre cómo, ahora que somos pequeñitos y de pueril inteligencia, no sabemos apreciar el bien que se nos hace en ese circo lleno de alegría y de buen humor que, impasible el ademán, cumple dando su función.

Lástima, pues, que en algunos ámbitos sectarios se presten todavía oídos a otros cuentos indecentes con los que se pretende perturbar este idílico mundo de la infancia hacia el que vamos progresando cada día conforme a los diseños de la ingeniería social más en punta. Con razón decía un colega en la tribuna de prensa del Congreso mientras el Gobierno procedía a esquivar sus responsabilidades remontándose a la evocación de las perversiones socialistas, que pese a la que estaba cayendo Felipe González seguía sin dimitir.

De todas formas, las escuelas de administración de empresas, que tanto prestigio han adquirido, nos han enseñado la utilidad de emplear la técnica del caso y por eso aquí se ha preferido seleccionar de todo el barullo agregado, el caso de Radio Forana, cuyo análisis puede ser revelador sobre los buenos ratos pasados a su escucha.

Procedamos remontándonos a las pretensiones de estos avispados Ratos a la altura de 1996 una vez instalado el vástago Rodrigo en la vicepresidencia segunda del Gobierno y en la cartera de Economía y Hacienda.

De Radio Forana habíamos averiguado que tenía su domicilio en Palma de Mallorca, su audiencia improbable, sus recursos propios cifrados en un millón de pesetas en 1994 y en dos millones en 1995, sus ventas declaradas en un millón por cada una de estas anualidades, sus pérdidas en uno y dos millones durante ese mismo periodo. También que entre sus accionistas más distinguidos figuraba María Ángeles Rato.

Entonces fue cuando otro de los Rato, Ramón, logró en un ejercicio de prestidigitación tan silencioso como espectacular que con ese historial a tan imaginaria emisora le fuera concedido un crédito por importe de 360 millones de pesetas para relevar a otro bastante perjudicado con vencimiento en marzo de 1999, que había sido obtenido con anterioridad mediante el arte de birlibirloque del Rabobank de Holanda.

Interesante coincidencia, por cierto, la del recurso a instituciones extranjeras como el Rabobank, igual que supimos cuando Gescartera la existencia de aquellas relaciones privilegiadas con el HSBC (Hong Kong Shanghai Bank Corporation), otro de los predilectos de la familia Rato para sus ruinosos negocios.

En todo caso, Radio Forana continúa operativa sobre el papel -¿emite?- y sus cuentas, si están presentadas en los registros mercantiles correspondientes, deberían permitir seguir el rastro de esos créditos, que también habrán dejado alguna huella en el Scirve (Servicio Central de Información de Riesgos del Banco de España). En ese mismo servicio figuran algunas personalidades públicas con un número de moroso que deberíamos conocer cuanto antes.

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