Más horas de 'pub' gracias al Mundial de Fútbol
La decisión judicial de prolongar el horario de las tabernas británicas durante el Campeonato Mundial de Fútbol ha sido aplaudida por el sector, pero criticada por temor a que favorezca el absentismo laboral
Por primera vez en casi un siglo, los británicos van a poder tomarse una pinta de cerveza a la hora que les apetezca. Casi. Una decisión judicial a favor del dueño de un pu de la ciudad de Bristol ha abierto las puertas a los 37.000 bares del país que disponen de grandes pantallas para proyectar en directo los encuentros deportivos.
Pero existe una nota sombría dentro de la alegría general: los empresarios calculan que con la ampliación del horario la celebración de la Copa Mundial les puede costar 3.200 millones de libras, equivalentes a 5.216 millones de euros, por absentismo y horas de trabajo perdidas.
El fallo del tribunal también fue condenado por la Iglesia Metodista, cuyo portavoz, el reverendo David Reeks, afirmó: 'Con esta medida se va a desarraigar la vida familiar y la gente va a llegar borracha al trabajo'.
Las restricciones de apertura fueron impuestas durante la Primera Guerra Mundial por el temor del Gobierno a que los obreros de las fábricas de municiones llegasen bebidos al trabajo. Hasta finales de los ochenta, los pubs no podían servir bebidas alcohólicas antes de las once de la mañana y tenían que cerrar sus puertas cinco horas de la tarde. La primera gran revolución vino con la primera ministra Margaret Thatcher, quien autorizó el horario continuo de 12 horas desde las once de la mañana.
Pero el momento del cierre sigue en vigor: unos minutos antes de las 23.00 horas un camarero toca la campana, que es la señal para que todo el mundo se apresure a pedir las últimas rondas. El fallo del magistrado supremo del país Lord Woolf permitirá a las tabernas abrir desde las 6.30 horas, que, dada la diferencia de horarios, coincide con el saque inicial de algunos de los partidos de la Copa Mundial 2002, que se juegan en Japón y Corea del Sur.
El caso fue presentado por Martin Gough, propietario del pub White Hart del oeste de Inglaterra, con el apoyo de Scottish & Newcastle, la empresa propietaria de una de las primeras cadenas de pubs del país. Gough insistió en que su bar disponía de dos pantallas de televisión de 2,5 metros cada una, más un televisor normal de 30 pulgadas. Además, aseguró que habría una abundancia de comida a disposición del público para contrarrestar los efectos de la cerveza y que esperaba que al menos el 25% de su clientela serían mujeres. 'Si alguien preguntara hoy si la Copa Mundial constituía un acontecimiento nacional extraordinario, creo que respuesta inmediata tendría que ser afirmativa', dijo Woolf.
Pero el magistrado puntualizó que habría que distinguir los pubs que ofrecen 'el disfrute colectivo' del público de aquellos que colocan un televisor en un rincón de la barra simplemente para aprovecharse de una oportunidad de vender más cerveza.