¿Por qué no nos quieren?
Una de las preguntas que más se han hecho los estadounidenses tras el 11 de septiembre es '¿por qué nos odian?'. Se han oído muchas respuestas desde las tribunas de opinión de los periódicos, los debates televisivos y en las conversaciones en las calles y centros de trabajo. Las conclusiones no han sido siempre serias y se han manejado argumentos como la envidia o el mal intrínseco de los enemigos. En última instancia muchos estadounidenses han terminado por arroparse en su bandera (presente aún en casi todos los establecimientos, portales de viviendas y coches). Una actitud auspiciada por el Gobierno del presidente George Bush que ha implantado la doctrina de que lo que no es blanco es negro y que la disidencia no es patriota.
Así las cosas, no sentó bien que Hubert Védrine, el ministro de Exteriores francés dijera a los estadounidenses que los grises existen y son importantes para describir la política exterior de este país como 'simplista'. Es algo que ya sabían algunos intelectuales estadounidenses que habían expresado una opinión similar desde la tribunas periodísticas. Opiniones más frías y matizadas sobre el porqué de las diferencias entre EE UU y el resto del mundo. Uno de los últimos que se ha manifestado es el historiador y académico Timothy Garton Ash, decía desde las páginas del New York Times el martes que el problema es que EE UU tiene demasiado poder, una situación sólo comprable a la del antiguo Imperio Romano, lo cual no es bueno 'ni para la propia America'.
Prácticamente coincidiendo con estas palabras, el instituto de opinión Zogby hizo pública una encuesta realizada en una serie de países musulmanes (árabes y no árabes) y Francia y Venezuela, como contrapunto de la cultura occidental para responder esta pregunta. Los resultados de este estudio, hecho entre marzo y abril, son claros. A los encuestados en Irán, Egipto, Líbano, Kuwait, Emiratos Árabes, Pakistán, Indonesia, Venezuela y Francia, les gusta la cultura estadounidense. En Dubai hay quien ve el Show de Letterman, en Egipto se cotizan los Levi's, nadie se resiste a las películas de Hollywood y se valora el sistema educativo de este país.
El Made in USA sigue vendiendo (no tanto en Francia) pero en la mayoría de estos países no se consideran envidiables el sistema de libertades de EE UU ni la democracia de este país (con la excepción de Francia y Venezuela). Tampoco los estadounidenses caen bien en general. Las peores notas las obtiene EE UU con su política exterior, especialmente con su papel (hasta hace poco casi inexistente con Bush) en Oriente Próximo. Ni Francia ni Venezuela se distancian de los países musulmanes en esto. Pero los porcentajes de opiniones desfavorables en estos puntos se dan la vuelta cuando se preguntaba '¿y si EE UU estuviera presionando para asegurar el establecimiento de un Estado Palestino independiente?'.
Para Garton Ash, las cosas no se solucionarían ni en el hipotético caso de que la Casa Blanca fuera más comprensiva con los palestinos. Es la tentación del 'hiperpoder', dice, y que se ha manifestado por ejemplo en la imposición de lo que describe como 'injustos aranceles' al acero. Algunos como él miran a Europa como alternativa pero otros, los televidentes de la cadena Fox o los manifestantes que se unieron al gobernador de Nueva York, George Pataki, en la manifestación de apoyo a Israel desconfían de un Viejo Continente demasiado preocupado por Palestina. Y siguen abrazados a su bandera.