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Literatura

Un fotograma de EE UU de fin de milenio

Desde el pasado lunes le asedia la prensa de su país, Estados Unidos. Es comprensible. El jurado de los Premios Pulitzer eligió la novela Empire Falls como la mejor obra de ficción del año y con ello encumbró a su autor, Richard Russo, a una gloria que en los últimos 50 años han saboreado muchos novelistas estadounidenses, entre ellos Ernest Hemingway (1953), William Faulkner (1955) o Norman Mailer (1980). Pero Russo no ha alterado su agenda y el pasado miércoles voló hasta Madrid ('una ciudad muy romántica para los americanos') para presentar la novela a la prensa. La decisión revela que Russo aún no ha asimilado el prestigioso premio y descubre su carácter tranquilo: 'No me considero una figura pública, sólo soy un hombre que cuenta historias', añade este escritor nacido en Johnstonville, una pequeña localidad en el Estado de Nueva York, y que reside en Maine.

Empire Falls es una novela voluminosa -589 páginas- que surgió desde una noción pequeña, observando a sus hijas, recapacitando sobre el enorme peso que soportan los niños y deduciendo una preocupación sobre lo que la vida nos va a ofrecer. Russo tejió así una historia sobre cómo el pasado y el presente se mezcan para crear el futuro, una historia de generaciones y de una familia, en la que cada uno de sus miembros tiene unos sueños que se tienen que posponer. ¿Acaso una metáfora del declive del modo de vida americano? El autor admite la relación. 'La novela es un fotograma de la América del fin de milenio', explica.

En Empire Falls hay varios imperios que se están derrumbando, la familia Whiting, la iglesia católica, las fábricas locales que son vendidas a multinacionales, lo que empuja a sus habitantes a marcharse a otros lugares en busca de trabajo. Los personajes viven la angustia de un mundo que está cambiando. 'No sé si América está en declive, pero la América que pertenecía a mis padres sí lo está', afirma Richard Russo.

Todo narrado con humor. Russo se sitúa en la tradición de la comedia, de autores norteamericanos cómicos como Mark Twain. Lo cómico y lo trágico están muy conectados en una novela en la que se encuentran constantes guiños a Charles Dickens y sus Grandes Esperanzas, según su editora en España, Valerie Miles. Esa singular comicidad le permite contar la historia de un perdedor, la de Miles Roby, un individuo indeciso pero entrañable, preso de su pasado, de su catolicismo, de un viejo amor, de su relación con su hija adolescente y de sus propios prejuicios morales, de manera optimista y esperanzadora.

La trama de Empire Falls evoca la de sus anteriores novelas Mohawk y Ni un pelo de tonto, y como ésta, será llevada a la gran pantalla de la mano también de Paul Newman, quien en esta ocasión se implica como productor. El veterano actor se enamoró enseguida del papel de Max, padre de Miles Roby y uno de los personajes literarios más memorables de los últimos tiempos a juicio de la crítica, por lo que no dudó en comprar los derechos cinematográficos de la novela. Russo ya tiene prácticamente ultimado el guión (quedó encantado con la versión de Ni un pelo de tonto, a pesar de que tuvieron que dejar fuera varios capítulos de la novela) y ahora sólo falta convencer a Joanne Woodward, mujer de Newman, para que intervenga también en la película.

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