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Con voz propia
Columna
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Usted es el culpable

Imagínese que usted es el líder del equipo y debe comunicar los malos resultados del trimestre. Al finalizar, pide una opinión. El responsable de marketing dice: '¿Cómo no vamos a estar mal? ¡Con la cantidad de devoluciones de productos defectuosos que tenemos!'. Inmediatamente el encargado de producción dice con tono enérgico: '¿De qué estás hablando? ¡Tu área no vende nada!'. La reunión termina con una ensalada de culpas aliñada con agresiones y negatividad, dentro de un clima tenso.

¿Por qué buscamos culpables si eso destruye los equipos? La gente que tiene miedo a las alturas evita acercarse a precipicios. Quienes tienen terror de hablar en público evitan ser llamados a hablar. De la misma manera, quienes tienen baja autoestima (terror interno de no sentirse competentes y valorados) evitan caer en situaciones donde sus carencias se manifiesten. Utilizan la culpa como herramienta para ocultar algo de lo que ellos mismos no quieren darse cuenta o tienen miedo a enfrentar. Buscar culpables no sólo oculta sus problemas internos, sino que les da una sensación de superioridad temporal al atribuir los problemas a los demás.

Otro motivo para culpar es el temor de que la equivocación afecte nuestra carrera profesional. Todos queremos proyectar una imagen exitosa, ascender y tener más responsabilidades. Creemos que aparentando ser perfectos lo lograremos. Sin embargo, culpar es una forma de mentir y las mentiras finalmente se descubren y nos golpean como un bumerán. Al buscar culpables, evidenciamos lo contrario a lo que las organizaciones más valoran en una persona: la capacidad de hacerse responsable de los problemas.

Finalmente, para quienes recibieron maltratos cuando eran niños por equivocarse, es muy difícil aceptar los errores. Para ellos equivocarse significa que los van a volver a maltratar y que les quitarán el cariño. Es por eso que, a toda costa, buscan culpables para evitar que se les venga la avalancha de temores subconscientes.

Si cuando estudiamos no revisamos los errores de los exámenes en los que sacamos una nota desaprobadora, difícilmente aprenderemos la lección. La vida también nos devuelve nuestras equivocaciones corregidas. Si nos dedicamos a buscar culpables, sin reflexionar sobre nuestros errores, jamás aprenderemos la lección. En realidad, buscar culpables sería como recibir el examen desaprobado, tachar nuestro nombre y poner el de un compañero.

¿Qué hacer en una situación donde las personas se están agrediendo culpándose unas a otras? El primer paso para formar un equipo es definir sus reglas y las normas que lo regirán. La primera norma debe ser 'no se buscarán culpables de los problemas'. ¿Esto termina el problema? No, pero ayuda a resolverlo. Buscar culpables para algunas personas es un hábito muy difícil de romper. Cuando esto ocurra en su equipo, no cometa el error más típico: 'Declarar culpables a los que buscan culpables'. Es decir, identificar a las personas que se están equivocando al buscar culpables y echárselo en cara. En su lugar, sin entrar al juego negativo, recuérdele al equipo que han pactado todos una norma. Luego trate de elevar la discusión a '¿cómo hacer para que los errores no vuelvan a ocurrir?'.

Anthony de Mello cuenta que un discípulo cometió un error muy grave sin que su maestro lo culpara o reprendiera. Al poco tiempo, otros discípulos se le acercaron y le dijeron: 'Maestro, es el colmo que usted no haya reprendido a esta persona por su error. Dios nos da ojos para ver lo que ocurre en la realidad'. El maestro respondió: 'Es cierto, pero también nos da párpados para cerrarlos'.

Como en la historia, cerremos nuestros párpados para culpar y abramos nuestros ojos para ayudar a mejorar. No sólo consolidaremos nuestro equipo, sino que también nos ayudaremos a nosotros mismos.

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