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Coyuntura Europea

La UE resuelve mañana en Oviedo la renovación del BCE

El griego Lucas Papademos parte mañana como favorito indiscutible para alzarse con el puesto de vicepresidente del Banco Central Europeo, libre el próximo 1 de junio. Los ministros de Economía de la UE, reunidos en Oviedo, optarán este fin de semana por uno de los dos candidatos oficiales, aunque la designación se imbrica con el relevo dentro de un año del presidente Wim Duisenberg. Francia, aspirante a la cúpula, quiere asegurarse el puesto.

La carrera de Lucas Papademos parece destinada a derrotar la nacionalidad de Paul de Grauwe. La candidatura de este senador y profesor belga de la Universidad de Lovaina concita los apoyos tácitos o manifiestos de tres miembros de la zona euro (Holanda y Luxemburgo, además de Bélgica). También juega a su favor la procedencia de un país pequeño para aspirar a una cúpula ejecutiva dominada por España, Alemania, Italia y Francia. Sólo Finlandia dispone de una representante en el comité ejecutivo, pero abandonará el cargo en 2003, casi al mismo tiempo que la anunciada renuncia del presidente holandés del BCE.

Pero el griego Papademos, en cambio, 'pertenece al club', afirman fuentes comunitarias. Desde 1985 ha asumido cargos de alta responsabilidad en el Banco de Grecia, cuya presidencia ocupa desde octubre de 1994. Casi ocho años en contacto 'con el mundo de los banqueros centrales, gente muy cuadriculada que no gusta relacionarse profesionalmente con gente de fuera de la secta', ironizan las mismas fuentes.

Los dos candidatos frisan los 55 años, siendo el profesor belga sólo unos meses mayor. Una edad que se considera adecuada para un mandato de ocho años.

Paul de Grauwe era la 'baza política', afirman algunos analistas, jugada por el ministro belga de Finanzas, Didier Reynders. Su larga experiencia como senador (desde 1991) en un escenario parlamentario tan complejo como el belga avala su capacidad para buscar compromisos. Además, los ministros de Economía de la zona euro claman desde hace meses por hacerse escuchar en el BCE, una institución que consideran demasiado susceptible a cualquier sugerencia política sobre las decisiones de tipos de interés. 'La política monetaria es independiente, no innombrable', se ha quejado el vicepresidente Rodrigo Rato, presidente este semestre del Consejo de Ministros de Economía de la UE.

Rato preside desde mañana, en su tierra natal, una sesión informal del Consejo en el que la sustitución del actual vicepresidente del BCE, el francés Christian Noyer, debe quedar resuelta. El candidato deberá pasar el examen, no vinculante, del Parlamento Europeo, instancia que había dejado entrever su preferencia por un profesional con experiencia en la banca central.

La incógnita sigue siendo la actitud de Francia, país que considera innegociable el puesto de presidente cuando Duisenberg se retire el próximo 9 de julio. Su candidato sigue siendo el gobernador del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet, cuya implicación judicial en el llamado caso del Crédit Lyonnais sigue, sin embargo, sin despejarse.

París puede exigir un compromiso serio de sus socios con vistas a asegurarse el puesto de presidente. Bien para Trichet, bien para otro candidato, que tal vez pudiera ser el mismo Noyer.

El último pacto sellado en 1997 entre Alemania y Francia segaba el mandato de Duisenberg a los cuatro años (2002). Pero el holandés se queda hasta 2003 y Francia, de momento, pierde el 31 de mayo su presencia en la cúpula del BCE.

Francfort desea obviar la nacionalidad

 

El BCE, institución federal por excelencia, lamenta profundamente que la designación y renovación de sus puestos ejecutivos se convierta en una trifulca de nacionalidades. La carrera desatada por el puesto del vicepresidente, el francés Christian Noyer, parece llamada a repetirse; pero en 2005, cuando continúe la sustitución escalonada del resto de miembros del comité ejecutivo, España perderá su representante, Antonio Domingo Solans.

 

 

 

 

 

 

 

Francfort aspira a que en el futuro el debate se centre en el currículum de los aspirantes, obviando su procedencia. Pero la división estricta entre política monetaria y fiscal que se ha impuesto en la zona euro hace improbable, de momento, que los Gobiernos se olviden de quien ocupa uno de los seis puestos ejecutivos del BCE.

 

 

 

Aunque los gobernadores centrales de la zona euro participan en las reuniones mensuales donde se fijan los tipos de interés, el trabajo de fondo lo realiza el comité ejecutivo. En especial, el responsable de los análisis económicos, cargo que ocupa el alemán Otmar Issing.

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