Propuestas políticas improvisadas
La simplicidad con la que algunos líderes políticos ofrecen soluciones a problemas de gran complejidad constituye un grave inconveniente para que dichos problemas puedan llegar a tener una solución satisfactoria.
Se dice en el PSOE, por ejemplo, que una medida eficaz para combatir el fracaso escolar sería reducir la jornada laboral de los padres para que puedan auxiliar a sus hijos y, por raro que parezca, no se hacen la pregunta de quiénes abandonan los distintos niveles educativos y si el nivel de preparación de sus padres puede permitir que, efectivamente, sean capaces de dicho auxilio. Otro ejemplo de oferta llamativa, en este caso por parte del Gobierno, es el de aliviar el problema del desempleo con ayudas en materia de vivienda, medida que confían en que anime a cambiar de residencia a buena parte de ese 78% de parados que, según la encuesta de población activa (EPA), no aceptarían un empleo que implicara dicho cambio, pero tampoco en este caso parecen haberse tenido en cuenta otro tipo de implicaciones que, sin duda, restarían eficacia a las medidas sobre precios o alquileres de vivienda.
Sin necesidad de analizar con la profundidad que se merecen estos graves problemas del fracaso escolar y del desempleo, con sólo una lectura de carácter inmediato de algunos datos de la citada EPA, puede concluirse que ambas propuestas están alejadas de la realidad. La EPA es conocida, y últimamente algo criticada en sus cambios metodológicos a pesar de la transparencia con la que han sido explicados, por los datos que proporciona sobre la relación de las personas con la actividad económica (número de activos, ocupados, parados, etcétera), pero, además de esta información, permite, entre otras muchas cosas, algo tan importante como es la posibilidad de analizar el comportamiento de cada persona en función de los comportamientos del resto de personas con las que reside en la misma vivienda.
Pues bien, por lo que se refiere al fracaso escolar, los datos de un módulo de la EPA recientemente difundido muestran que quienes abandonan el sistema de enseñanza en los estudios primarios tienen padres que, en un 85% de casos, únicamente poseen educación primaria y que, en un 9,5% de las ocasiones, sólo han cursado la primera etapa de secundaria.
Por otro lado, quienes salen del sistema educativo en esta primera etapa de secundaria son hijos de padres con estudios primarios en el 70% de las ocasiones y de padres con el mismo nivel en el que ellos han detenido sus estudios en otro 20% de casos.
Por lo que respecta al problema del desempleo, siendo cierto que los precios de la vivienda pueden ser disuasorios para el cambio de residencia, también la EPA del tercer trimestre de 2001 permite apreciar que algo más de un millón de desempleados conviven con cabezas de familia que tienen empleo y que sólo la cuarta parte del medio millón de personas principales en paro tienen algún otro desempleado en la familia. Si se realizara una explotación sencilla de resultados sobre las ligazones familiares de los desempleados, podría verse que el cambio de residencia de muchos de ellos implicaría separaciones familiares o, lo que todavía es más problemático, que muchos de quienes les fuesen a acompañar tuvieran que abandonar su empleo para buscar otro en el nuevo lugar de residencia. En cualquier caso, para que los cambios de residencia de desempleados llegaran a ser significativos, además de las propugnadas ayudas en materia de vivienda, habría que ofrecer seguridad en el empleo, retribución suficiente y otras condiciones que compensaran la salida de ese entorno familiar que sirve de colchón ante la situación del desempleo.
La competencia que parece haberse iniciado, sobre todo entre los dos principales partidos, para ofrecer soluciones mágicas a todos y cada uno de los problemas que atañen a sus clientelas potenciales no parece ser una buena estrategia ni siquiera para sus fines electorales porque, como ocurre en las ferias con las ofertas-regalo, los ciudadanos, conscientes de que no pueden ser ciertas y cansados de tanto ruido, pueden abandonar el recinto ferial sin aceptar ninguna de ellas, por tentadoras que resulten.