La SEPI, Hunosa, Efe y RTVE
Miguel Ángel Aguilar analiza el proceso privatizador desarrollado por el Gobierno, del que quedarán excluidas Hunosa, Efe y RTVE. En su opinión, el PP se ha repartido las cartas para los próximos 20 años
Nada como una holding, que hubiera dicho Alfonso Escámez. Más aún si es una holding de propiedad pública como la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), ese lugar geométrico donde han ido a parar las empresas del antiguo Instituto Nacional de Industria (INI), que después se denominó Teneo, y las del Grupo del Patrimonio del Estado. Una holding y una tarea, la privatización.
Además, con mayoría absoluta, el segundo Aznar ha podido convocar a sus compañeros del Colegio del Pilar, de la facultad o de la oposición de inspector fiscal para que se repartieran a la rebatiña las joyas de la corona.
La partitura entregada al público era la de terminar con los monopolios e instaurar la competencia en beneficio de los consumidores que venían siendo extorsionados. Otra cosa es que sólo cambiara la titularidad de pública a privada de los extorsionadores, que se privatizaran los beneficios, que se socializaran las pérdidas y que la competencia que baja los precios y mejora los servicios siguiera sin aparecer por parte alguna. Además, los gestores nombrados por el Gobierno al frente de las empresas de las que se iba a retirar continuaban después al frente de las mismas y las mantenían en la órbita de las afinidades provechosas.
Ríen y cantan los peces en el río, surgen negocios multimillonarios en euros, con stock options o sin ellas los nuevos encumbrados se estrenan multiplicando exponencialmente sus patrimonios, mientras en el Parlamento nadie rinde cuentas y se diría que, por ejemplo, el presidente de la Comisión de Privatizaciones, Luis Gámir, se ha evaporado en medio del más cuidado sigilo.
Como en el sermón de las Siete Palabras, 'todo se ha consumado'. Se han repartido las cartas para los próximos 20 años. A los nuevos dueños del casino será difícil desbancarles cualquiera que pudiera ser la alternativa política que desafiara en un futuro indefinido la holgada instalación actual del PP. Se habló del felipismo cuando algunos concejales socialistas exigían una mordida para proceder a las recalificaciones urbanísticas después de haber reescrito la vieja consigna de 'la tierra para el que la trabaja', convirtiéndola en otra mucho más moderna y funcional, 'la tierra para el que la recalifica'.
Pero aquellos nocivos e intencionados cafelitos del asistente del vicepresidente instalado en la torre Sur de la delegación del Gobierno en Andalucía se han quedado en un juego de niños si se comparan con el tráfico presente. Ahora sí que se ha configurado un régimen, el del aznarismo con horizontes de grandeza, un verdadero mar sin orillas.
Puede decirse que en España ya hay un verdadero núcleo duro del sistema que busca su irreversibilidad, su perduración, que ha procedido a blindarse en todos los campos, incluido el mediático, y que pretende ser inexpugnable más allá de las veleidades electorales que pudieran afectar un día a los actuales titulares del poder político. La estrategia diseñada cuenta con la posibilidad de unas urnas adversas que descabalgaran al PP de la titularidad nominal de los puestos de designación gubernamental pero quienes tomaran el relevo lo harían siempre en condiciones de precariedad, seguirían en la periferia del poder social, mediático, económico, financiero y todo lo demás.
Frente a los propietarios del local, la condición de quienes llegaran sería la de realquilados, siempre en la precariedad y amenazados de desahucio. Más aún después de haber inculcado el principio de que sólo la propiedad genera derechos económicos y de borrar cualquier referencia ajena al liberal-nihilismo de importación bajo licencia de concesionarios tan identificados con esos colores como Carlos Rodríguez Braun.
Claro que ya va siendo hora de volver grupas sobre algunos ejemplos del pasado que nos permitieron servirnos de esquemas tan útiles para llevar a cabo desmontajes venturosos. Cuánta razón tenían de su parte quienes ponían en contraste los enunciados del marxismo con la situación en los países del llamado socialismo real. Así que en algún momento, más allá de las bondades sin cuento predicadas de la economía de mercado, deberemos emprender la tarea para ocuparnos del capitalismo real, el de Enron, el de Gescartera, el de los degradados ferrocarriles británicos, el de los apagones eléctricos de California. Son ejemplos de que el progreso del sistema, como el de las ciencias, se hace mediante el procedimiento de ensayo y error, son excepciones o abusos que el propio sistema expele o son consecuencias de un sistema que propugna maximizar los beneficios de cualquier manera.
Hemos sabido entre tanto que la SEPI prevé desprenderse de todas las empresas públicas que quedan por privatizar en un periodo de dos años y medio y tan sólo mantendrá la propiedad de la minera Hunosa, de la agencia Efe y de RTVE. Así lo ha señalado en declaraciones a una revista interna de la SEPI el presidente del grupo público, Ignacio Ruiz-Jarabo, después de indicar que desde junio de 1996 se han privatizado 43 compañías, lo que ha reportado ingresos de 27.000 millones de euros (4,5 billones de pesetas). Ahora queda por indagar el porqué de ese tridente, qué características comparten los periodistas y los mineros de la hulla, aparte de respirar el mismo grisú venenoso.
Sorprende que después de haber sido asimilados a los sordomudos que invocan al mismo patrón, San Francisco de Sales, los periodistas ahora queden en el mismo vagón que los explotadores de los filones del subsuelo. Atentos.