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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La UE avanza a paso lento

La cumbre Barcelona se ha saldado con algunas luces y muchas sombras. Como siempre sucede, los jefes de Estado y de Gobierno de los Quince se han mostrado satisfechos con los acuerdos alcanzados, especialmente con la tímida liberalización de los mercados energético y laboral, justamente dos de los ámbitos en los que la UE necesita llevar a cabo reformas urgentes para competir con Estados Unidos. En lugar de acelerar, la Unión ha decidido actuar con calma, consecuencia, una vez más, del choque de intereses nacionales a la hora de perfeccionar el mercado único. Tampoco los líderes europeos han logrado congeniar el impulso para definir el modelo de futuro de una Unión de 15 Estados y con casi otros tantos en lista de espera.

El foco de atención de la cumbre estaba centrado en la liberalización energética. El resultado ha sido una mezcla agridulce al concretar para 2004, un año después de lo previsto, la improrrogable apertura eléctrica para los clientes industriales, pero dejando marginados a los consumidores domésticos. Con todo, ni siquiera ese acuerdo ha sido fácil cerrar y muchas han sido las concesiones hechas para alcanzarlo. España, por ejemplo, ha tenido que ceder y aceptar la armonización fiscal de la energía.

Al margen de los compromisos que ya estaban sellados con antelación (ratificación del protocolo de Kioto o liberalización de los servicios financieros), el inesperado desbloqueo del proyecto Galileo de telecomunicaciones por satélite, como alternativa al GPS de Estados Unidos; el compromiso de destinar el 3% del PIB a Investigación y Desarrollo en 2010 y la prolongación de la vida laboral efectiva en cinco años son los acuerdos estrella de una cumbre de resultados 'limitados, pero sólidos', según palabras del primer ministro británico, Tony Blair. Una visión pragmática, aunque mucho más próxima a la realidad que la ofrecida sistemáticamente por el equipo propagandístico del Gobierno español, para quienes, ya antes de celebrarse, la cumbre 'había sido un éxito total'.

La reunión ha estado influenciada por la proximidad electoral en diversos países de la Unión, especialmente Francia y Alemania. Pero no se puede achacar en exclusiva a los procesos electorales la falta de ambición que destila el listado de los compromisos contenidos en las conclusiones del Consejo Europeo. Frente a las pretensiones iniciales de la presidencia española, Barcelona dista mucho de representar un antes y un después en el proceso de construcción europea.

El objetivo prioritario del pleno empleo se traduce en compromisos etéreos, cuyo futuro dependerá tanto de la coyuntura económica como de la voluntad de los gobernantes en ponerlos en marcha. Algunos acuerdos plausibles se marcan metas demasiado lejanas en el tiempo, como destinar el 3% del PIB a I+D en 2010, lo que resta credibilidad a las ambiciones europeas y a su capacidad para competir en el objetivo de reducir la brecha que Estados Unidos ha abierto con Europa.

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