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La atalaya

La resolución 1.397 de la ONU

E n la madrugada del miércoles, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó por 14 votos a favor y una abstención, la de Siria, una resolución, la 1.397. æpermil;sta exige a israelíes y palestinos el cese inmediato de toda violencia, la reanudación del diálogo entre las partes, a la vez que reafirma el concepto de la coexistencia en la región de dos Estados, Israel y Palestina, 'con fronteras reconocidas y seguras'. Es decir, exactamente lo mismo que la ONU aprobó en 1947, cuando se decidió la partición del entonces Protectorado británico de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe. Entonces, Israel aceptó su parte de la tarta, mientras que siete ejércitos árabes invadían el territorio con el declarado propósito de liquidar al neonato Estado israelí.

Lo importante de esta resolución, que reafirma el derecho a la estatalidad palestina, es que ha sido presentada por Estados Unidos en línea con declaraciones anteriores en el mismo sentido hechas por el presidente George Bush y por el secretario de Estado, Colin Powell. Washington no abandona a su aliado más fiel y seguro en la zona, Israel, pero advierte a Ariel Sharon que su paciencia se está agotando y que su estrategia de represión pone en peligro su estrategia general en la zona, en momentos que Washington necesita más que nunca el respaldo o, por lo menos, la pasividad de los países árabes moderados en una eventual acción contra Sadam Hussein. La abstención de Siria, que había presentado un proyecto de resolución mucho más duro, que incluía una condena de la ocupación israelí de los territorios palestinos, se explica por la negativa del Consejo a aceptar sus tesis.

Resulta exagerado, como algunos han hecho, equiparar esta resolución a la famosa Declaración Balfour de 1917, por la que Gran Bretaña prometía la creación de un hogar judío en Palestina. Pero sí es significativa la buena acogida que ha tenido en los campos palestino e israelí. Los primeros la han calificado de 'paso muy positivo' porque, por primera vez y de la mano de Estados Unidos, el Consejo de Seguridad se implica en la resolución del conflicto. Los segundos han alabado la enérgica condena de 'los actos terroristas' incluida en la Resolución. A efectos prácticos, el Consejo de Seguridad se limita a urgir a las partes a que pongan en vigor las recomendaciones del plan Tennet, elaborado por el director de la CIA, George Tennet, para conseguir un alto el fuego y a seguir las líneas marcadas en el informe de la Comisión Mitchell para el relanzamiento de las conversaciones de paz. Igualmente, el Consejo pide que se estudie la última propuesta de paz, que el príncipe heredero de Arabia Saudí, Abdalá ben Abdelaziz, tiene intención de presentar en la Cumbre de la Liga Árabe que se reunirá en Beirut a finales de mes.

No es casualidad que la iniciativa norteamericana en el Consejo de Seguridad coincida con la reaparición del mediador personal de Bush en el conflicto, Anthony Zini, quien llegó ayer a la zona, y con la visita que el vicepresidente Dick Cheney realiza a 11 países árabes e islámicos, en un intento de disipar los comprensibles recelos árabes hacia la política estadounidense en la zona. La clave para poner fin a la violencia sigue estando en manos de los dos principales actores del drama, Ariel Sharon y Yaser Arafat. Los dos deben ceder en sus actuales políticas suicidas, que han producido hasta la fecha 1.300 muertos palestinos y más de 300 israelíes.

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