Las empresas descubren la rentabilidad de desarrollar iniciativas solidarias
Crear una fábrica para integrar a personas discapacitadas o premiar a empleados que se dediquen al voluntariado son algunas de las actividades que desarrollan las empresas con conciencia social. Puede ser puro altruismo, pero también es rentable. Según un estudio de la Fundación Empresa y Sociedad, para el 47% de los españoles la responsabilidad social de la empresa es un factor muy importante a la hora de elegir sus compras.
Uno de cada tres españoles está dispuesto a pagar un sobreprecio por mercancías que respeten los criterios sociales o medioambientales y, en concreto, el 47% se deja influir en sus compras por la responsabilidad social del fabricante. La bolsa premia las acciones de las compañías solidarias, como así lo demuestra el mejor comportamiento del índice Domini 400 Social Index sobre otros como el Standard & Poor's 500 en los últimos años. Y a nadie se le escapa que la conciencia social mejora la reputación de la empresa.
Ante estos datos, recogidos en el estudio La empresa que viene, elaborado por la Fundación Empresa y Sociedad, los expertos consideran que las políticas solidarias van más allá del puro altruismo y hay mucha rentabilidad y ganancias potenciales en juego.
Sin embargo, las empresas siguen viendo la acción social como un tema marginal. Y si destinan recursos a la solidaridad, es por cuestiones de imagen o porque fiscalmente les favorece.
Ejemplos concretos de compromiso social hay muchos, al margen del fácil donativo. Desde crear una fábrica para la integración laboral de discapacitados a colaborar con las organizaciones en las que participan los empleados como voluntarios, pasando por comprar a empresas de inserción o instalar en las oficinas máquinas de café de comercio justo.
Al tiempo, la solidaridad también puede ser motivo de mejora interna en la empresa. Las actividades al aire libre para fortalecer el espíritu de equipo de los directivos pueden asociarse a la construcción de escuelas en zonas subdesarrolladas o se pueden hacer procesos de reestructuración de plantillas evitando situaciones de desempleo que creen exclusión.
Según los expertos, para convertir la acción social en un factor económico es necesario darlo a conocer. Una afirmación apoyada en el dato de que el 90% de los ciudadanos europeos quiere que las empresas difundan sus actividades. Y el método más apropiado es el etiquetado en las mercancías.
El departamento de 'cosas buenas' pierde utilidad
Según el estudio de la Fundación Empresa y Sociedad, todavía hay empresas que creen que para ser socialmente responsable basta con crear una fundación. Y fuera de las empresas son muchos los que piensan que la imagen o las cuestiones fiscales son el único motor que empuja a las compañías a ser solidarias.
En el origen de estas creencias está el hecho de que la acción social de las empresas en los últimos años ha consistido en dejar que el departamento de cosas buenas se limitara a gestionar una cantidad limitada de dinero para dedicarla a la caridad. Y esto ya no sirve para sacar rentabiliad de la acción social.
Ahora se abren nuevos horizontes y las compañías deben ser conscientes de que su solidaridad no es sólo un gasto, una cuestión de imagen o de ahorro de impuestos, sino una inversión, por lo que tiene que haber más departamentos implicados. Con el compromiso social se logran empleados motivados, clientes satisfechos con sus compras responsables y se avanza en una sociedad que cuida a los desfavorecidos.