Una Europa demasiado débil
Hay mucha inocencia en las reacciones, sobre todo europeas, ante la decisión de Bush de proteger -temporalmente- la siderurgia de EE UU (...). Europa grita de indignación. Está en su papel. Tiene razón al acogerse a las reglas de la OMC (...).
EE UU es el país de la iniciativa individual, la libre empresa, el riesgo. Pero también donde hay estrecha colaboración del Estado y las empresas (...). Cada uno en su papel, con un objetivo común: ser una potencia. Económica, política, militar (...). Los estadounidenses han vendido al mundo el liberalismo puro, libre de contingencias políticas. Es un caballo de Troya del nuevo imperialismo. Algunos, sobre todo en Europa, han elegido creerlo (...).
Washington no respeta las reglas. Pero, ¿quién se encarga de fijarlas y hacerlas cumplir? (...) ¿Es EE UU demasiado fuerte? Es Europa la que es demasiado débil. Washington abusa (...), pero porque Europa lo permite hace mucho.