El taller de Pernas
El diseñador gallego asegura que no es hombre de despacho, sino de taller. Para trabajar le gustan los espacios amplios, diáfanos y desnudos de mobiliario, así como estar rodeado de hormigón, cristal y madera
Le gustan los espacios abiertos y amplios, y éste lo es. Se parece a un loft, podría llegar a vivir aquí'. El despacho de Antonio Pernas, situado en su fábrica de Arteixo (A Coruña), está concebido, tal y como cuenta el modisto gallego, como un gran espacio, un volumen único, con una planta de algo más de 100 m2, en el que llaman la atención la práctica ausencia de objetos y mobiliario y el uso del hormigón desnudo, el cristal y la madera: 'Son tres elementos con los que me siento muy a gusto, además de la luz y el espacio. Hay gente que no lo entiende, y me dicen que faltan los muebles aquí', señala Pernas. La planta donde se desarrolla el proceso creativo de Pernas -tanto el diseño como la fabricación- ya es, por sí misma, original. Es obra del arquitecto gallego Iago Seara, ocupa 3.297 metros cuadrados y resalta por el uso desnudo del hormigón en su exterior, por los amplios ventanales del primer piso -desde la calle se puede ver a Pernas mientras trabaja-, y por su techumbre a dos aguas. Junto a la entrada -una puerta pequeña y metálica, que pasa desapercibida- hay un naranjo. Seara es, además, el encargado, junto a su equipo, de diseñar las tiendas de Pernas, por lo que han recibido varios premios nacionales e internacionales. Esta relación, la de Antonio Pernas con la arquitectura, se entiende cuando el modisto afirma que 'la arquitectura y el entorno deben ser los soportes para la ropa que albergan las tiendas'.
Para el diseñador gallego, 'la moda tiene una relación íntima con el arte, al igual que con la cultura y la creatividad, que se materializa en la selección de colores, que es como se inicia una colección, y se ve en los volúmenes y las formas'. Esto explica la presencia de una lámina de Rothko en el suelo de su despacho -aunque matiza: 'Está ahí esperando destino, porque a mí no me gusta tener nada colgado en las paredes'- y del centenar de libros de arte que hay en el despacho creativo de Pernas -contiguo al suyo-, quien admira a Mies van der Rohe y Le Corbusier en arquitectura y a Rothko -'un gran colorista'- en pintura. De hecho, en la tienda de Barcelona hay un rincón 'que es un homenaje a Le Corbusier'. El taller de Pernas, o el 'despacho creativo', como lo llama, está junto al despacho del modisto -más administrativo, la labor principal del empresario- y son, en comparación, opuestos en lo formal, aunque se complementan. El despacho creativo -con una gran mesa de diseño, lleno de manuales de arte y de burros con los diseños del modisto- lo comparte con María Freire, su mujer, y un equipo de diseñadores, la mayoría formados en la escuela de Amberes (Bélgica).
Casi a diario se reúnen para ver los prototipos que se han diseñado o para preparar un desfile: 'En la reunión participan todos los elementos de la empresa: creativos, industriales, económicos y de logística'. De hecho, María, que se encarga de las colecciones, está muy vinculada con el arte. 'Estudió en la Sorbona en París en la época de mayo del 68, y la mayor parte de los libros que hay es de ella'. El despacho de este diseñador, que ocupa desde hace siete años, cuenta con una mesa de trabajo, alejada de la puerta 'por funcionalidad y comodidad', y dos mesas de reuniones. Poco más. 'La estética aquí la da el volumen, el espacio. Este despacho es un lujo, tan abierto', dice el empresario. 'No soy un hombre de despacho, trabajamos más en el taller'. La mesa, de cristal traslúcido y sin apenas objetos, es un regalo de su mujer: 'Le doy más importancia a eso que al diseño de los objetos'.
Antonio Pernas y María Freire empezaron en los setenta con una pequeña compañía de confección, más por tradición familiar que por vocación, ya que su familia tenía una pequeña empresa en el sector. Pernas afirma, en este sentido, que 'esto, en realidad, me escogió a mí'.
Poesía en la costa
'Un gurú indio recomendaba tener al menos media hora de contacto con la naturaleza al inicio del día y otra media hora al final. Yo, si puedo, lo hago, pero la verdad es que me cuesta', afirma Pernas. Por eso, el diseñador tiene en su despacho tres piedras de la Costa da Morte, donde suele refugiarse, y una más en el coche. 'La zona de la Costa da Morte es, para mí, la más poética y melancólica; tiene esa melancolía gallega y es la que me da más paz'.
Recientemente, le han nombrado presidente del equipo de fútbol de Laxe, un hermoso pueblo pesquero de la zona. Y asiste a los partidos los domingos, aunque, puntualiza, 'de fútbol no tengo ni idea'.