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Ibex 35

Los inversores huyen de las Bolsas por los escándalos contables

Enron no es un caso aislado. Los inversores sospechan que lo que antaño fue la creación de valor para el accionista era una composición de lugar no adecuada a los cánones y que los balances de numerosas empresas han estado hinchados de manera artificial. Las cotizaciones, así, han sido puro humo en otros tantos casos.

Los escándalos contables, la enronitis, ha provocado la estampida de los inversores de las Bolsas del mundo. Desde el día de San Valentín, es más, el Nasdaq ha dado un recital de caídas consecutivas, con escenas de pánico vendedor en algunas jornadas. Los fiascos, empero, no son nuevos. Las grandes crisis bursátiles han estado precedidas de olas alcistas de dimensiones considerables. Después llega la resaca.

La dimensión que está alcanzando la caída de las Bolsas estadounidenses puede suponer la puntilla, según los expertos, a una recuperación incipiente de la actividad económica. Por eso, los grandes bancos de inversión y las compañías inmersas en el caso quieren dar carpetazo al asunto de la contabilidad creativa.

El mal, no obstante, ya está hecho y por eso las Bolsas desatienden, no leen los mensajes de mejora que se pregonan en las últimas semanas. El estallido de la burbuja tecnológica en marzo de 2000 ha arrasado muchas fortunas y ahora, cuando los más dinámicos consideraban que lo peor ha pasado, la espiral se ha tornado más violenta.

El análisis que hacen los inversores para abandonar los mercados de acciones es muy fácil. Las altas valoraciones de antaño son ahora más pronunciadas y pueden serlo aún más en un futuro, porque la enronitis provocará un efecto péndulo, es decir, muchos dirigentes empresariales aprovecharán la coyuntura para ser más rigurosos en la presentación de los balances.

Hay en la coyuntura bursátil actual, además, una combinación de sentimientos enfrentados entre el corto y el medio plazo. A corto plazo abundan, otra vez, los profit warning, las advertencias negativas sobre resultados empresariales. A medio plazo, todo es más positivo y siempre con el segundo semestre del año como referencia.

El discurso es, por tanto, complejo y, en todo caso, incapaz de cambiar la mentalidad y el sentimiento de los inversores en Bolsa. Entre otras cosas, porque se ha repetido lo mismo en los dos últimos años.

Las Bolsas enfilan la recta final de febrero desangeladas y con el ánimo encogido. Los volúmenes de negocio no invitan, precisamente, al optimismo y el fiel de la balanza se inclina al lado vendedor.

Los soportes técnicos, a la deriva

 

La ausencia de inversores finales de la Bolsa española, al igual que en otros mercados de acciones del mundo, ha dejado el campo libre a los especialistas en análisis técnico. Son muchos los especuladores y operadores a corto plazo los que utilizan esta herramienta para comprar y vender acciones.

 

 

 

 

 

 

 

La presión de estos participantes en el mercado, que no son ni más ni menos cualificados que los que operan a través del análisis fundamental, es mayor cuanto menor es la presencia del inversor final, y al revés.

 

 

 

En los últimos días los técnicos advierten de la pérdida de soportes de los valores líderes de la Bolsa española, lo que, en teoría, apunta una tendencia de fondo más negativa que la actual. Telefónica es, en este sentido, el valor que acapara el interés de los expertos.

 

 

 

Mientras tanto, entre bastidores la gran apuesta es cuál es el punto máximo de inflexión al que puede llegar el Ibex. Los analistas más finos insisten desde hace varias semanas en que los mínimos del 21 de septiembre volveremos a verlos tarde o temprano.

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