El Gobierno argentino reprimirá la violencia contra las sedes bancarias
Las dificultades del Gobierno del presidente Eduardo Duhalde se multiplican. Ayer, el portavoz presidencial, Eduardo Amadeo, advirtió que utilizará la represión si continúan los ataques contra los bancos, al tiempo que afirmó que el Gobierno dimitirá antes que instrumentar una dolarización de la economía. El conflicto con las empresas petroleras no cede.
La guerra del petróleo no cede. Ayer, Shell anunció un aumento en el precio de sus combustibles del 5%. Un porcentaje que el presidente de esa compañía en Argentina, Juan José Aranguren, consideró que no es un desafío al Gobierno, ya que está muy lejos del 30% que anunciaban el lunes algunos medios de comunicación. Para Eduardo Amadeo, el incremento es 'muy razonable'.
'Es inevitable que esto suceda con devaluación, pero viene francamente más bajo de lo que se estaba esperando', justificó el portavoz presidencial. Mientras tanto, la huelga de los trabajadores del sector ha quedado suspendida luego de que el Ministerio de Trabajo declarara el arbitraje obligatorio y las empresas dejaran sin efecto los telegramas de despido de miles de empleados.
Los rumores y versiones sobre una marcha atrás del Ejecutivo sobre el impuesto del 20% sobre las exportaciones de crudo están arreciando en las últimas horas. Esta cuestión, eje del conflicto de precios y empleos, desvela al Gobierno. En el Congreso, los legisladores del oficialismo y de la oposición centro-izquierdista analizan un proyecto de ley para crear otro impuesto del 8% a la producción de hidrocarburos que reemplace la retención del 20%. Las empresas ven con agrado esta alternativa y los sindicatos, mayoritariamente proclives a la posición empresaria, apoyarían esa salida.
Sin embargo, portavoces de Repsol YPF dijeron ayer que 'no es fácil' que esto ocurra debido a las presiones políticas de la población y del propio oficialismo sobre Duhalde. Por ahora, la única empresa que ha decidido aumentos es Shell, y la compañía española ha dicho que abre 'un compás de espera'. El enfrentamiento es claro, pero también es evidente que nadie quiere un enfrentamiento a fondo, con resultados políticos imprevisibles.
Pero lo que más preocupa al presidente y sus colaboradores en los últimos días es el clima de creciente agitación social. Al plan de lucha de los piqueteros y las asambleas barriales se le ha sumado la virulencia con la que los clientes de los bancos atacan las sedes de las entidades ante la no devolución de sus ahorros.
El portavoz presidencial advirtió ayer que el Gobierno pasará de la 'persuasión a la represión' sino se frenan los ataques contra las puertas y cristales de los bancos. 'En este proceso hemos seguido tres etapas: la primera es el diálogo, la segunda es la persuasión con la colocación de las fuerzas de seguridad y la tercera es la represión', explicó.
Hoy la situación puede complicarse aún más, ya que los piqueteros y las asambleas barriales protestarán ante la Casa Rosada y el Congreso. Ante la sede del Gobierno para reclamar el castigo a los culpables de los asesinatos de 30 personas hace hoy dos meses, el día del derrocamiento del ex presidente Fernando de la Rúa. Ante el Parlamento, en contra de la Ley de Presupuestos.
El portavoz presidencial también aclaró que Duhalde está dispuesto a dimitir antes de aceptar un programa de dolarización de la economía. Las versiones sobre esta posibilidad crecen con los días, ante el temor de que la creciente inflación pueda conducir al hundimiento del peso. 'La lucha del Gobierno de Eduardo Duhalde es para favorecer el peso. Antes de dolarizar el Gobierno se va, porque eso significa el final de las expectativas de crecimiento de un país', dijo Amadeo, en franco rechazo a las propuestas más ortodoxas.