Tecnología en Aranzadi
Juan Carlos Franquet, consejero delegado de la editorial jurídica, no se desprende de su ordenador portátil ni de un crucifijo, regalo de su padre, que le recuerda que, por muchos éxitos que coseche, los pies siempre los ha de tener en la tierra
Vive a caballo entre Pamplona, Madrid y Londres. Y le gusta. Juan Carlos Franquet, nacido en Lleida hace 41 años, consejero delegado de la editorial Aranzadi-Thomson, reparte su trabajo entre estas tres ciudades, donde tiene despachos, aunque confiesa que su cuartel general está en la ciudad navarra, de la que procede su mujer y parte de su entorno más próximo. 'Cuando hace dos años me ofrecieron trabajar en esta compañía me dijeron que el único problema era que la sede estaba en Pamplona, pero no sabían que para mí no era problema, sino todo lo contrario. Allí tengo a mi familia, a mi gente, y estoy feliz viviendo en esa ciudad. No le puedo pedir más al trabajo porque estoy en una compañía multinacional con un proyecto de trabajo importante y vivo en la ciudad en la que quiero', explicaba Franquet la semana pasada en el despacho que ocupa en la recién estrenada sede de Aranzadi-Thomson en el centro de Madrid. Le faltan detalles, pero él ya se ha provisto de todo aquello que considera esencial: un ordenador y una pizarra.
'Soy un fanático de las nuevas tecnologías, creo que no son el futuro, sino que son una realidad. Siempre viajo con un ordenador portátil, donde tengo la información la compañía, y siempre estoy conectado a la empresa', explica Franquet. No en vano, Aranzadi-Thomson acaba de presentar un nuevo servicio de Internet, denominado Westelaw.es, con el que pretende 'revolucionar el mundo de los servicios de información jurídica, pues ahora mismo no hay en el mercado ninguna herramienta tan completa y con unas prestaciones tan altas', explica Franquet.
La compañía, que cuenta con una facturación de 8.500 millones de pesetas al año, ha invertido alrededor de 2.000 millones de pesetas en este proyecto, 'en una decidida apuesta por liderar con las más modernas herramientas, el mercado de la información especializada y en respuesta a una clara demanda que las instituciones y el mercado vienen reclamando desde hace tiempo', añadió.
Juan Carlos Franquet proviene de una familia de médicos. æpermil;l también se inclinó por la medicina hasta que su padre decidió montar una negocio de marcos para cuadros como colchón para la familia. Y prefirió la gestión de la empresa a pasar consulta. Realizó un máster en el IESE y se metió de lleno en el desarrollo de negocios. Ha trabajado en compañías como Gillette, Tapsa, el grupo Heineken y Airtel, siempre en asuntos relacionados con el mercado de las ventas y la distribución. Y para que el éxito no emborrachara a este hombre de gustos y costumbres sencillas, como pescar en el río, que si por algo destaca es por su sonrisa y su buena predisposición a lo largo de la entrevista, su padre le dio un buen regalo y un buen consejo. æpermil;l mismo lo cuenta: 'Me regaló un crucifijo, que siempre tengo conmigo. Ayer, por ejemplo, estaba en Miami, hoy en Madrid, mañana quién sabe donde. Todo esto te puede alejar de la realidad y hacerte creer cosas que luego no son. Por eso, cuando miro el crucifijo siempre recuerdo las palabras de mi padre, que me decía que todos somos iguales y que hay que tener los pies en la tierra'.
En su vida lo tiene claro, lo más importante son sus dos hijos y su mujer. Por ellos, cuando las jornadas de trabajo transcurren en Pamplona, intenta acortar su horario y no prolongarlo demasiado. 'Me gusta estar en mi casa para ver cenar a mis hijos y poder disfrutar de mi familia. Creo que es muy importante saber compaginar el trabajo con la vida personal. Intento dar ejemplo y que los que trabajan conmigo hagan lo mismo. El rendimiento no es cosa de horas', explica Franquet.
Con la pizarra a cuestas
Necesita pocas cosas para trabajar, si acaso el orden y una pizarra. 'Me gusta plasmar ideas de forma abstracta para que todos entiendan lo que quiero hacer', explica. Todos los días antes de finalizar la jornada dedica unos minutos a eliminar, o a esconder, papel.
En cuanto a las cualidades que ha de tener un directivo, Franquet señala que en primer lugar necesita formación, pero 'lo que más valoro son las personas con habilidades sociales, que sepan comunicar bien'. Esto lleva implícito aprender día a día y saber cohesionar un equipo. También le gusta la gente con sensibilidad y que sepa 'ponerse en los zapatos de los demás'.