El peso argentino se mantiene firme contra todos los pronósticos
La actual paridad con el dólar es artificial porque se basa en el control de los movimientos de capital
En sus primeros días de flotación, el peso se mantuvo en referencias cercanas a las 2 unidades por dólar, sorprendiendo al mercado que anticipaba una fuerte depreciación y la intervención del Banco Central con el fin de controlar la escalada del dólar. El comportamiento estable del peso en estos días podría llevar a pensar que la divisa ya encontró una cotización de equilibrio en estos niveles.
Esta visión sería errónea y, para entender esto, debemos darnos cuenta de que el mercado cambiario argentino está totalmente intervenido. No sólo nos referimos a la posibilidad de que el Banco Central utilice sus reservas con el fin de incrementar la oferta de dólares. Nos referimos a las restricciones a los movimientos de capitales que existen en este momento. Por un lado, cerca de 85.000 millones de pesos están atrapados en el corralito, que, de salir, generarían una presión incontenible sobre el tipo de cambio. Por otro lado, está la prohibición de sacar capitales fuera del país, que, de levantarse, implicaría una contracción de la oferta de dólares.
De esta forma, el Gobierno impide que los agentes económicos equilibren sus carteras hacia una mayor tenencia de dólares y, por otro lado, evita que la oferta de dólares se contraiga. Por tanto, el equilibrio que se observa en el tipo de cambio argentino es absolutamente artificial. Sin estas restricciones, poco es lo que podría hacer el Banco Central para contener una escalada del dólar con su actual nivel de reservas.
Por el momento, la cotización del peso se fija en un mercado de escasa liquidez. La compra de divisas proviene de los flujos que se liberan lentamente del corralito no destinados al consumo y por los pagos de las importaciones.
A la vez, las ventas se originan por las necesidades de consumo de quienes tienen en dólares sus ahorros y los exportadores que liquidan sus ingresos. En estos momentos, al parecer, las ventas de divisas originadas por las liquidaciones de exportaciones y las necesidades de consumo parecen estar ejerciendo incluso una presión alcista sobre el peso.
Sin embargo, una cotización del peso a más largo plazo debiera incorporar los riesgos de generación de nuevos flujos que se podrían originar. Por el lado de la demanda por divisas, la emisión de pesos podría alcanzar cifras muy elevadas, de hasta 60.000 millones de pesos (34.000 millones de euros), en caso de tener que financiar el déficit público y el rescate del sistema financiero.
Si a esto le añadimos la demanda por dólares que se generaría por la salida de unos 18.000 millones de pesos (10.200 millones de euros) del corralito en 2002, no es difícil darse cuenta de que los 13.000 millones de dólares (14.800 millones de euros), de los que dispone el Banco Central, son absolutamente insuficientes para sostener la paridad actual.
La única alternativa viable para evitar una depreciación explosiva de la divisa se centra en lograr un masivo apoyo de los organismos multilaterales. Sólo así el Gobierno dispondrá de medios alternativos a la emisión monetaria para financiar el déficit público y rescatar al sistema financiero conteniendo así la demanda por dólares.
Por el momento no se ha logrado negociar un paquete de ayuda con el FMI, por lo que el peso seguirá en el 'pabellón de la muerte', hasta que se produzca el inevitable levantamiento de las intervenciones a los movimientos de capitales actuales y la temida emisión monetaria.
Las exigencias del Fondo le plantean a Argentina serias dificultades políticas y sociales, por lo que el contexto actual podría continuar por tiempo indefinido.