Bruselas reprueba de nuevo la política fiscal de Dublín
El consejo de Ministros de Economía (Ecofin) se ensañó ayer en el análisis del programa de estabilidad de uno de los siete países de la zona euro que pasó la revisión anual.
No fue con el de Francia ni el de Italia, países que la Comisión Europea no espera que alcancen el superávit fiscal al menos hasta 2005. Tampoco el de Grecia, cuya deuda alcanza todavía el 100% del PIB. Ni el de España, cuya inflación (2,9% en términos armonizados) a finales de 2001 superaba en ocho décimas la media de la zona euro.
Ni siquiera se trataba del programa de Alemania, cuyo déficit (2,7% previsto) inquietaba a la Comisión Europea, pero al que Ecofin quita importancia, 'tras el firme compromiso del Gobierno alemán de velar para que no se rebase el valor de referencia del 3% del PIB'. Todos esos programas cosecharon en su revisión anual, impuesta desde 1997 por el Pacto de Estabilidad, ligeras recomendaciones en un tono diplomático de extrema sensibilidad. Incluso la propuesta inicial de la Comisión para alertar sobre el déficit público alemán se redactó, en principio, como un auténtico elogio a la política fiscal del ministro Hans Eichel. Aún así, Ecofin cerró expeditivamente el procedimiento, evitando su publicación.
Fue Irlanda, una vez más, como subrayaba en rueda de prensa el ministro belga Didier Reynders, el pequeño país que mereció toda la hiriente severidad de que es capaz el lenguaje técnico de la Comisión. Bruselas prevé para la isla un crecimiento del 7% en 2001, del 4% este año y de en torno al 6% durante los próximos años. Aun así los homólogos del ministro irlandés Charlie McCreevy no ahorran lamentos en su valoración del programa y exhortan a Dublín a respetar el Pacto de Estabilidad. McCreevy, junto al ministro austriaco, Karl-Heinz Grasser, no dudó en acusar al Consejo de 'doble rasero' en su evaluación. 'El Consejo nota con preocupación la aparición de un débil déficit en 2003', concluyeron ayer los ministros sobre el Presupuesto irlandés. El Consejo recrimina a Dublín el continuo aumento del gasto público, aunque reconoce que su deuda se sitúa en un 34% del PIB, la más baja de la UE.
El Gobierno laborista de Tony Blair también mereció recriminaciones en el análisis de su programa de convergencia (que deben presentar los países que no pertenecen a la zona euro). El Ecofin advierte a Londres que su déficit sostenido del 1% del PIB no cumple las exigencias de 'balance o superávit a medio plazo' que prevé el Pacto de Estabilidad.
El ministro británico de Finanzas, Gordon Brown, ha criticado duramente la interpretación 'estrecha' que Bruselas hace de ese Pacto. El Tesoro británico defiende la necesidad de que los Estados miembros gocen de margen de maniobra para estimular la inversión pública, sobre todo, si la deuda alcanza niveles tan bajos como la del Reino Unido, que es del 38,1% del PIB.