Las altas valoraciones de Wall Street amenazan la estabilidad de las Bolsas
La proyección de resultados de las empresas que cotizan en Wall Street para este año, elaborada por las mejores firmas de análisis, reflejan cifras poco vigorosas y elevan hasta niveles históricos los multiplicadores (PER) bursátiles. Es la gran amenaza que pende sobre los mercados del mundo dado el demostrado contagio que desde siempre han provocado las Bolsas estadounidenses.
Un estudio detallado de los balances de las empresas del S&P 500 arroja datos interesantes, sin incluir el timo de la contabilidad creativa. Los expertos señalan, en este sentido, que un importante número de compañías ha abusado del write-off (provisiones o amortizaciones) con la excusa del deterioro económico que produjeron los atentados terroristas del 11 de septiembre. En el saco del write-off, insisten los expertos, cabe todo, se han mezclado churras con merinas. Si se válido este criterio, que a la postre es hacer la cuenta de resultados de abajo a arriba, el PER medio del S&P 500 estaría en las 28 veces. Pero excluyendo el abuso del write-off, que es el análisis que se ajusta a la ortodoxia y define fielmente el concepto de beneficio operativo, el PER medio sería de 45 veces, un nivel histórico, estratosférico e imposible de mantener en el tiempo.
Este hecho coincide, también, con dos fenómenos enfrentados. Primero, con la aversión al riesgo de los inversores estadounidenses tras la fiebre producida por por la enronitis. Segundo, con el toque de corneta de los bancos de inversión más poderosos anunciando la buena nueva, la recuperación de la economía del mundo y el carpetazo a la recesión.
La comunicación de este evento ha sido muy generosa, quizá demasiado, en las últimas 48 horas. Se trata, dicen los observadores, de provocar un giro de 180 grados en el sentimiento de los inversores. El miedo a un brote de pánico vendedor en las Bolsas es uno de los argumentos que manejan los expertos a la hora de explicar esta propaganda.
En el supuesto, es más, de que la economía del mundo hubiera girado ya a mejor, si bien la mayor parte de los expertos considera que no hay datos suficientes para apoyar esta tesis, las valoraciones bursátiles seguirían siendo muy elevadas.
Los mercados de acciones viven, por tanto, momentos difíciles. Pese al empeño de algunos magos de las finanzas y las llamadas a subirse al tren de la exuberancia que viene, la realidad es tozuda. Los inversores han vuelto a mirar los resultados de las empresas con detenimiento y a considerar los viejos criterios del beneficio o pérdida de las empresas cotizadas.
La función aún no ha terminado
Uno de los asuntos más comentados en las últimas 48 horas de puertas adentro del mercado ha sido la abundante comunicación de los bancos de inversiones estadounidenses.
Este hecho ha llamado la atención, porque históricamente han sido lo contrario. La comunicación era con los clientes y muy pobre en términos generalistas. Huían, es más, de las citas y de los medios de comunicación.
¿Por qué tanto despliegue y tanta reiteración en que lo peor ha pasado y que la economía de Estados Unidos se ha enderezado y volverá a tirar del resto del mundo? Porque las cosas, dicen los observadores, no están claras.
Los analistas más fríos sí lo tienen claro. Consideran que la función no ha terminado pese al empeño de los más grandes por echar el telón.
El caso de Enron, argumentan, es extensible a más empresas.
El siguiente acto en el teatro de las Bolsas tratará de la separación del trigo de la paja en el mundo empresarial, porque la financiación escasea. Ganarán las que tengan recursos propios vigorosos.