Telefónica prosigue la reestructuración con el relevo en la presidencia de Antena 3
æpermil;ste es un hombre de confianza tanto de Abril como de César Alierta. Las diferentes concepciones sobre la cadena de televisión y la falta de respaldo institucional han propiciado la caída de Álvarez, en una ola de cambios en la que el próximo paso sería el nombramiento de Ernesto Sáenz de Buruaga como director general de Antena 3.
Sigue el goteo constante de cambios en la cúpula de las empresas del grupo de medios de Telefónica. El consejo del grupo añadió ayer un nombre más a la lista de bajas con la destitución de Enrique Álvarez como presidente de Antena 3. La salida de Álvarez se ha argumentado por motivos 'estrictamente personales', que se producen sólo cuatro meses después de su nombramiento oficial. El ex directivo de una de las joyas de la corona de Admira seguirá ligado a Telefónica como consejero de Antena 3, de Admira y de Telefónica Móviles.
Fuentes cercanas a la compañía atribuyen la destitución a las diferentes concepciones sobre el futuro y el desarrollo de la cadena de televisión privada que mantienen Álvarez y Abril, así como a los deseos del primero de no enfrentarse a la gran reestructuración que está en marcha en todo el grupo. Uno de los episodios más tensos de su presidencia se produjo, siempre según las mismas fuentes, durante la compra de Onda Cero por parte de Antena 3, cuando el directivo cuestionó el precio de la operación.
En este contexto, Luis Abril ha buscado una persona que tiene todos los parabienes de Alierta, pero que también es un hombre de su confianza: Luis Blasco. Zaragozano y vicepresidente de Admira desde el 12 de enero, Blasco asume el mando del buque insignia de Admira y se convierte en el tercer presidente de Antena 3 de la era Alierta, tras José María Mas y Enrique Álvarez.
Pero los cambios en la cadena de televisión privada pueden no haber terminado. Fuentes cercanas a la compañía aseguran que el próximo movimiento de Abril podría ser el nombramiento de Ernesto Sáenz de Buruaga como director general, puesto en el que supliría la vacante dejada por Juan José Díaz. Buruaga compaginaría esta actividad con la dirección de informativos. Este movimiento ha sido estudiado por órganos ejecutivos de la cadena y se interpreta como un reforzamiento del Gobierno en la línea editorial de Antena 3.
La punta del iceberg
Pero los cambios en la televisión privada son sólo la punta del iceberg del debate que existe en Telefónica sobre Admira. Por el momento, Luis Abril ya ha reforzado su posición, con el nombramiento del periodista José Antonio Sánchez como adjunto a la presidencia. Y es que no hay consenso en la primera empresa española sobre el papel que su conglomerado de medios debe desempeñar en el futuro. Desde el interior de Admira, Luis Abril aspira a devolver un grupo mucho mayor del que heredó, tanto por números como por estructura. Su intención prioritaria es racionalizar las cuentas y poner fin a la sangría de pérdidas procedentes tanto de alguna de las filiales como de la gestión de los contratos y suministros de otras.
Con un ojo en este cometido, Abril no tiene por ello intención de renunciar al crecimiento de Admira y tiene la vista puesta en la adquisición de empresas, fundamentalmente españolas, que puedan llenar los huecos que el grupo tiene en el negocio editorial. Recoletos, dueño de los diarios Marca y Expansión, podría ser uno de los objetivos para dotar de más músculo a Admira. Otra corriente opina que desde el centro corporativo de Telefónica las cosas se ven de distinta manera. La tarea de mejorar la salud financiera de la filial de medios también cuenta como su principal prioridad, pero el objetivo sería distinto. Esa corriente argumenta que la alta dirección del grupo prefiere que el crecimiento y la internacionalización de Admira se hagan con un compañero de viaje de prestigio mundial, que asuma una gestión más profesional y con menos interferencias de la filial. La clave de esta solución pasaría por Bertelsmann.