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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El peligro del paro vuelve

La cuesta de enero ha sido dura. En el pasado mes se ha concentrado buena parte de los datos sobre actividad económica, que, como pequeña avalancha de pesimismo, anuncian que estamos al borde de una crisis prolongada. Ayer se conoció que el incremento del paro registrado en las oficinas del Inem en enero fue de 76.884 personas, la cifra más alta desde octubre de 1993, en plena crisis económica. De respetarse escrupulosamente la secuencia de los ciclos, a la fuerte caída de la inversión y la producción industrial de 2001 ha seguido el inevitable ajuste en la ocupación, lo que podría ser antesala de la contracción del consumo. Mejor que el fuerte aumento del desempleo sea sólo coyuntural, propio del fin de la campaña navideña, y no el inicio de una tendencia sólida de pérdida de ocupación.

El Gobierno dio, sin embargo, muestras de una inadmisible tranquilidad. Considera que se trata de un accidente en el camino, que llega precisamente cuando se producen los primeros síntomas de recuperación en el resto de Europa y en Estados Unidos, y que los datos sobre la evolución del empleo que se conocerán el próximo lunes (encuesta de población activa de 2001) lo confirmarán. Sin embargo, la esperada recuperación europea sigue siendo un espejismo. Alemania registró también en enero el mayor avance del paro en un solo mes desde 1997, y vuelve a situarse por encima de los cuatro millones de demandantes. Si la locomotora de Europa no crece y destruye empleo a centenares de miles, a España le llegará la onda expansiva.

No hay que perder de vista que el avance del paro registrado este enero es más grave que el producido en octubre de 1993. Entonces estaba condicionado por una serie de medidas mal diseñadas y peor transmitidas del Gobierno de González (prohibición de cobrar una prestación de desempleo si se había cobrado una indemnización por despido) que hubieron de ser retiradas para frenar la avalancha. Pese a ello, el desempleo creció en el mes citado un 3,27%; ahora, el mes pasado, en términos relativos la subida es de casi el 5% (4,88%). Por tanto, la reflexión debe ser más atenta que la simple tranquilidad que el Gobierno ha transmitido y, en ningún caso, puede refugiarse en el parapeto de estar por debajo de Alemania en tasa de paro sobre activos.

El Ejecutivo debe reflexionar sobre por qué las medidas de fomento de la ocupación de 1997 y 2001 han agotado prácticamente sus efectos. Cierto es que el salto en ocupación producido en España en los últimos años, obviando incluso el empuje estadístico que proporcionará la EPA del primer trimestre de este año, ha sido espectacular. Pero el desempleo sigue atenazando a casi dos millones de personas, prácticamente el mismo número que hace cuatro o cinco años. Se trata del núcleo duro del paro, el que necesita algo más que subvenciones para encontrar y consolidar un empleo. Son necesarias formación y una política activa de búsqueda de trabajo sindicada entre empresas, oficina de empleo y los propios demandantes.

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