El recambio cameral
La cadena de acusaciones en que unos y otros han convertido las elecciones a la Cámara de Madrid ha terminado tal y como empezó, entre descalificaciones, piruetas legales, amenazas de impugnación y querellas criminales pendientes de resolución, que sólo se pueden interpretar en la clave de una guerra de poder en el interior del Partido Popular. Al final, Fernando Fernández-Tapias, presidente de CEIM, ha ganado por 38 votos frente a los 29 de Juan Mato, el presidente saliente de la Cámara. Esta victoria debe abrir el camino para el fin de los enfrentamientos entre una parte del empresariado de Madrid y para la defensa de los intereses que tiene marcados una institución que se ha visto empañada por el partidismo político.
Tres son las causas principales que aparecen en el origen de la guerrilla electoral librada en los últimos meses. En primer lugar, las aspiraciones, nunca negadas, de la patronal CEIM y su presidente por acceder al control de la gestión de Ifema. La institución ferial madrileña ha pasado en sólo cuatro años de unas pérdidas casi crónicas a superar los 12 millones de euros de beneficio y se ha convertido en la primera de las ferias españolas. La presidencia de la Cámara lleva anexa la de Ifema y, con ella, el poder y proyección que se derivan. Los 48,7 millones de euros del presupuesto anual de la Cámara de Madrid, cifra astronómica si se compara con los 1,2 millones de que dispone la sucursal madrileña de la CEOE, es un segundo factor explicativo del interés por controlar el organismo cameral.
Este interés objetivo, que trasciende del ámbito empresarial para instalarse en el terreno de la política, es el tercer desencadenante. Las rencillas internas entre los sectores mayoritarios en Madrid del PP se han trasladado a la pelea por la Cámara y todo indica que la fuerza de Alberto Ruiz-Gallardón en Madrid, quien apoyaba a Fernández-Tapias, ha influido más en el pleno de la Cámara que su aparente marginación en el Congreso del PP y que el también aparente fortalecimiento de la figura de Rodrigo Rato, valedor en la sombra del candidato derrotado.
Devolver a la Cámara el prestigio y recuperar la confianza y la unidad del empresariado madrileño son tareas prioritarias para el nuevo presidente. Mientras, desde el Gobierno y el Consejo Superior de Cámaras debe velarse porque tan triste espectáculo no se repita, y ya hay indicios de ello en otras Cámaras de España.