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Caso Enron

El §caso Enron§ pone en tela de juicio la fiabilidad de los resultados empresariales

La crisis de Enron ha puesto nervioso al inversor. Las cuentas, base sobre la que construye sus decisiones, están bajo sospecha. El mercado ha comenzado a buscar nuevos casos Enron y ha castigado sin piedad a los valores no del todo ortodoxos. Los expertos reconocen el nerviosismo y admiten que otra quiebra de gran calado sería catastrófica.

Hemos percibido muchísima inquietud en los clientes. Se ha entrado en una psicosis colectiva¢. Así definía un gestor de fondos la reacción de los inversores ante el caso Enron. La mayor quiebra de la historia de EE UU ha venido con engaño incorporado. Tampoco hay ningún dato que demuestre al inversor que en su cartera no hay una Enron en potencia. El terreno está abonado para que del resquemor se pase al pánico.

Analistas e inversores toman sus decisiones en función de la información de las compañías. Si esa información no es de confianza, falla una de las patas del mercado.

Enron engañaba, supuestamente, con sus números. Así, unos y otros se han puesto a rascar en cuentas de más compañías, buscando nuevas empresas de las que huir, y han encontrado algunas. ¢El mercado siempre hace lo mismo. Cuando ve una debilidad, una grieta, ataca. Si es en mercados emergentes, en mercados emergentes, y si es en empresas con contabilidad confusa, también¢, comenta Juan Luis García, director de inversiones de Inversafei.

Entre los atacados están Tyco, Cendant, Elan, Williams y alguna más. Pero, de momento, ninguna presenta problemas comparables a Enron. En su furia vendedora, el mercado ha castigado a AOL Time Warner, General Electric o Cisco, cuyas cuentas son complejas por la compra de otras empresas.

El efecto, no obstante, va más allá. ¢Si los datos de una compañía pueden estar pervertidos, hay un componente aleatorio en la inversión. Eso hace aumentar la prima de riesgo y, en un entorno económico tan complicado como el actual, mucha gente opta por salir¢, explica Carlos Recoder, de Credit Suisse.

En situaciones de incertidumbre, uno puede agarrarse a los datos. Pero no son tranquilizadores. Según la agencia Bloomberg, el número de compañías que rehicieron sus cuentas fue en 2000 de 156, frente a las 33 de 10 años antes. Entre 1998 y 2000, la pérdida de valor de mercado por caídas bursátiles relacionadas con rectificaciones contables fue de 73.000 millones de dólares, frente a los 9.000 millones entre 1990 y 1997.

¢El problema de fondo es de confianza¢, señala un analista, ¢y es de medio plazo. No se resolverá hasta que no se compruebe quién y cómo ha incurrido en irregularidades y no se pongan en marcha medidas para evitarlo¢. Mientras tanto, la desconfianza afectará a las inversiones.

Lo que se ha visto hasta ahora en otras compañías son pecados veniales comparados con Enron. Tyco, por ejemplo, decidió de repente dividirse en cuatro compañías, y tradicionalmente ha habido dudas sobre la fiabilidad de sus cuentas. Y sobre los motivos de la división. También pagó 20 millones de dólares a un directivo para cerrar una adquisición. Pero de ahí a otra Enron hay un abismo. La acción se ha desplomado, pero aún cotiza a 36 dólares. Williams retrasó sus resultados porque no tiene claro si ha de cubrir los créditos impagados de una filial. Pero, por tamaño, tampoco es Enron.

Enron ha hecho saltar las alarmas. Los nuevos casos no son comparables y la mayoría de los expertos cree que no habrá una segunda Enron. Pero no es posible saberlo con certeza. Si ocurre, su impacto sería demoledor.

La renta variable, más difícil que nunca

 

Una recesión que sólo lo ha sido a medias. Una recuperación de la que no hay datos. Una guerra sin ejército enemigo ni campo de batalla. Algunos resultados empresariales pésimos, pero mejores de lo esperado. Un mercado que no se sabe si está por la nubes o por los suelos. El juego de la Bolsa ya estaba muy complicado. Y ahora resulta que las cartas están marcadas.

 

Analistas, gestores e inversores de a pie coinciden. La renta variable está más difícil que nunca. No hay ningún factor cierto al que aferrarse excepto, quizá, que los tipos en EE UU no pueden bajar más y que hay mucho dinero en el mercado. Fuera de ahí, todo son dudas. Ello explica muchas cosas. Como la volatilidad del mercado en Wall Street y en Europa. O la ausencia de negocio por la dimisión en bloque del inversor final.

 

El número de factores que influyen en el día a día de la Bolsa es alto. Ello facilita el trabajo de buscar, a toro pasado, excusas para las subidas y para las bajadas. Pero complica en la misma medida la toma de posiciones. En este contexto, la prima de riesgo crece y las subidas duran poco.

Williams paga muy cara su apuesta por las §telecos§

 

Williams es la segunda propietaria de gasoductos en EE UU. Desde los ochenta tendió fibra óptica en los trazados donde discurrían sus tubos. En abril segregó y sacó a Bolsa el negocio de telecos, Williams Communications.

 

La caída de Enron puso en revisión la calificación financiera de Williams. Si ésta bajaba, Williams tendría que pagar la deuda de su filial, 2.400 millones de dólares. Por eso, retrasó la presentación de resultados y el mercado ya se temió lo peor.

Dudas y más dudas sobre lo que ocurre en Tyco

 

Tyco es una empresa dedicada a comprar otras empresas. Quería ser la nueva General Electric. La empresa tuvo en 1999 sus más y sus menos con el regulador del mercado de EE UU, y ha sido objeto de rumores sobre contabilidad oscura.

Con Enron, el inversor huyó de Tyco y la acción se hundió. Entonces, la empresa anunció su división en cuatro partes. Después vino el escándalo por el pago de 20 millones de dólares a un directivo por cerrar una compra.

Cendant, una empresa con antecedentes

 

Los antecedentes se pagan. Y muy caros. Cendant tuvo que pagar en 1999 2.830 millones de dólares para cerrar una demanda por irregularidades contables.

 

La semana pasada, Credit Suisse y Lehman advirtieron a sus clientes que The Wall Street Journal preparaba un artículo crítico con las prácticas contables de la compañía. Cendant, además tiene entidades asociadas que no figuran en sus cuentas. Con esta estructura Enron engañó al mercado

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