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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El pulso firme del turismo

Los resultados del pasado ejercicio turístico en España han sido ciertamente positivos. Los datos confirman las optimistas previsiones avanzadas por las autoridades económicas y los responsables del sector, al minimizar el impacto de los atentados del 11 de septiembre en EE UU sobre la que se sigue consolidando como primera industria nacional. El turismo ya aporta más del 12% del PIB y ocupa al 10% de la población activa.

Mantener una tasa de crecimiento del 3,4% en 2001, similar a la del ejercicio anterior, en un año fuertemente afectado por factores negativos como la desaceleración económica internacional o la caída del tráfico aéreo y el aplazamiento de las decisiones de viajes derivado de los trágicos acontecimientos en EE UU, no puede ser considerado sino un éxito. Y su importancia se acrecienta al comparar el aumento español con la caída del 1,3% en que la Organización Mundial del Turismo ha cifrado el descenso de la actividad del sector en el mundo o la mínima subida del 1,2 % en Francia, único país que supera a España entre los primeros destinos receptores de turismo en el mundo.

Pero más importantes que las entradas de turistas son los resultados económicos generados por esta actividad. El crecimiento del 10,3% en los ingresos, tasa que triplica la del número de turistas, va a permitir financiar más del 90% del déficit comercial, aliviando así la contribución negativa del sector exterior al crecimiento de la economía. Revela, además, una mejora en la calidad de la oferta y la demanda del sector español, donde el turismo de sol y playa pierde cuota de mercado en beneficio de motivaciones más cualificadas, como la cultura, la naturaleza, la gastronomía, el golf o los negocios. Es decir, los segmentos generadores de una demanda de mayor nivel económico, en línea con la habitual en otros países industrializados.

Insistir en esta política de potenciar la diversificación de la oferta, de desconcentración geográfica y estacional, y fomentar la mejora de los niveles de calidad manteniendo la moderación en los precios debe ser la prioridad de la Administración turística española para mantener el sector en los altos niveles actuales. En este sentido, el control sobre los precios aparece como principal asignatura pendiente para un alumno aventajado, que ha sido el que con más intensidad se ha beneficiado de la estabilidad de la economía española y que, por tanto, tiene mayor margen para contribuir al control de la inflación.

El mercado turístico no es diferente a otros, y también aquí la relación calidad-precio es la referencia básica de la competitividad. Por ello, los empresarios deben ser conscientes de su obligación por mejorar los estándares de calidad y formación del personal y, en la medida de lo posible, no trasladar a las tarifas todo el coste del esfuerzo realizado. De lo contrario, correrá peligro la actual fortaleza del sector y será muy difícil afrontar la competencia creciente de otros destinos emergentes del Mediterráneo.

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