La habilidad reconocida de Greenspan evita un batacazo de las Bolsas
Las Bolsas del mundo viven momentos de indefinición. Han perdido el Norte y se han mostrado incapaces de rectificar, aunque sea de manera parcial, la orientación negativa de 2001. Esta situación, dicen los expertos, es un problema añadido a los muchos que afectan a las economías de los países más industrializados. Recesión es el término de moda. La demanda se inhibe y hace más dura la travesía del desierto.
Por eso, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos ha cambiado su discurso en tan sólo dos semanas, para sorpresa de los analistas ortodoxos. El 11 de enero advirtió de que no se veía la luz que indica el final del túnel. Las Bolsas reaccionaron automáticamente a la baja. Apenas dos semanas después, Alan Greenspan se saca conejos de esa chistera sin fondo que le caracteriza y dice que hay síntomas que indican una mejor disposición de fondo de la economía de Estados Unidos.
Los informes de situación de las principales firmas del mercado resaltaban ayer que el presidente de la Reserva Federal ha evitado un batacazo de las Bolsas y, con ello, neutralizado un peligro que acechaba sobre la recuperación económica.
Los mercados, sin embargo, son soberanos y, tras el aplauso del jueves a las palabras de Greenspan, reconsideran posiciones y deciden esperar a ver dónde está la verdad de los dos discursos, si en la tristeza que destilaba el primero, porque las cosas no acaban de arrancar, o en el segundo, en esa mejor percepción de la realidad económica.
Cuentan prestigiosos analistas que tanta habilidad demostrada por el pro hombre no es de duración eterna y que los gurús son gurús hasta que dejan de serlo. En Estados Unidos hay muchos ejemplos en este sentido.
Pero la maquinaria de las Bolsas nunca se para y toca ahora cotizar expectativas. Entre ellas destaca el sentimiento de que no bajarán los tipos de interés en Estados Unidos el miércoles. También, que los resultados empresariales son malos, pero la dialéctica de los analistas no es ésa. Los términos de moda son mejores o peores de lo esperado. Y hay muchos que muerden el anzuelo a sabiendas, incluso, de que los balances no permiten valoraciones tan altas en Wall Street como las actuales.
Todo parece indicar, en suma, que los mercados se dejan llevar más por la propaganda que por las realidades. La incógnita quedará despejada al final del primer trimestre, ya con indicadores económicos ciertos.
Los analistas y la aguja de marear
La industria de intermediación financiera vive momentos de gran agitación y nerviosismo, porque las cuentas no salen. El año pasado fue malo para el sector y el recién estrenado no pinta bien.
Entre los analistas se observan, asimismo, posturas desencajadas. Se ha perdido la tradicional armonía, el sentimiento corporativista y lo que dice uno lo desdice otro y, así, hasta marear a la parroquia bursátil. Ejemplos recientes de los fuertes encontronazos entre los analistas nacionales y extranjeros de primera fila los tenemos en Repsol. Antes se han producido situaciones similares en Telefónica, Terra, SCH, BBVA, Zeltia y algunos más del Ibex.
Desde 1988, es decir, a continuación del crash de octubre de 1987, no se han dado situaciones tan dispares como las actuales. Significa que los denominados expertos no saben por dónde van los tiros.
El mercado, no obstante, siempre pone las cosas en su sitio, aunque sea a golpe de sobrerreacciones. Por ello, las recomendaciones tienen cada vez menos efecto, salvo que vayan acompañadas por órdenes de compra y de venta orquestadas en el momento en que se producen.