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El Gobierno pierde apoyo ante la falta de soluciones a la crisis

El presidente Eduardo Duhalde no acierta con el rumbo. Entre las desesperadas protestas de la población y la división en el poder económico, el Gobierno no logra avanzar y sólo atina a pedir calma y prometer soluciones que no llegan para el corralito bancario. El banco central ya ha intervenido en dos ocasiones para frenar la depreciación del peso. Varios proyectos de reforma del sistema bancario reflejan la pugna de intereses. La Bolsa sigue sin operar.

El viceministro de Economía, Jorge Todesca, intentó ayer inyectar un poco de optimismo al afirmar que “podría haber buenas noticias” en relación al Fondo Monetario Internacional (FMI). El Gobierno argentino esperaba, como así se confirmó, que el organismo anunciara a última hora de ayer que otorga un periodo de gracia de un año para los vencimientos de los pagos que Argentina debe afrontar con el Fondo. Sin embargo, el mismo Todesca dijo que “hoy [por ayer] no habrá anuncios” sobre la flexibilización de la congelación de los depósitos, retrasando otro día más el anuncio de las medidas.

El banco central tuvo que intervenir, igual que el martes, en el mercado de cambios, para impedir que el dólar se dispare y supere la cotización de 1,95 pesos. El fondo utilizado ayer por el banco fue de 500.000 dólares (unos 550.000 euros) y, hasta media jornada, lograba contener el hundimiento del peso. Pero el economista Aldo Abram advirtió que el país se enfrenta a “una crisis social muchísimo peor” que la que derribó al ex presidente Fernando de la Rúa. Abram también aseguró que “Argentina se encamina nuevamente a la hiperinflación”.

En este contexto, el Gobierno sólo atina a continuar su diálogo para una “concertación social” y recibía a representantes sectoriales. Mientras el jefe del Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich, anunciaba que el proyecto de Presupuesto 2002 prevé un déficit de 2.700 millones de pesos, muy por debajo de los 11.000 millones del año pasado.

Capitanich se aprestaba a reunirse con los miembros de la misión técnica del FMI que trabajan en Buenos Aires para darles a conocer el proyecto de reforma del sistema financiero. “Es algo poco ortodoxo e incomprensible que sea un jefe de Gabinete y no el presidente del banco central quien asuma esa tarea”, dijo la fuente, para agregar que “ya puede uno imaginar la calidad de lo que se le presentará al Fondo”.

Alrededor de la reforma financiera, las versiones son varias. La que mayor difusión ha tenido es la que sostiene que los bancos estatales se fusionarán en un único banco federal, en tanto que los bancos argentinos de capital extranjero se convertirán en filiales de sus casas matrices, permitiendo una mayor presencia de las entidades no argentinas en el sistema bancario. Sin embargo, este proyecto choca con las presiones de la banca y de los industriales locales, que propugnan un mayor peso de los bancos oficiales y de capital nacional.

“Las soluciones que se buscan deben ser para todo y no sólo para algunos” bancos, sostuvo ayer el presidente de la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), Eduardo Escasany, quien es también el titular del Banco de Galicia, el mayor de capital privado argentino. A diferencia de los representantes de entidades extranjeras, que mantienen silencio, el banquero dio su total apoyo a Duhalde. “Hay que seguir las directivas del Gobierno, que está haciendo lo máximo que se puede hacer y hay que apoyarlo”, dijo Escasany. En este sentido, también se mostró de acuerdo con la decisión oficial de permitir que los titulares de cuentas de ahorro en dólares puedan retirar mensualmente hasta 500, pero en pesos, ya que los “bancos no tienen dólares” y que endurece el corralito.

 

Situación de quiebra social y huida de capitales

Argentina “está al borde del quebranto de todas las instituciones”, afirmó ayer el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Rodolfo Daer, al mismo tiempo que una ola de movilizaciones se extendían por todo el país. A renglón seguido, el líder sindical –cuya organización es ajena a los movimientos de protesta– dijo que lo único que puede salvar a la nación suramericana es la “ayuda urgente” del extranjero.

Junto al silencio del FMI sobre cualquier apoyo concreto a Argentina, la realidad muestra una salida y no una entrada de capitales. Según el diario El Observador, de Montevideo, el año pasado entraron a los bancos de Uruguay un total de 3.000 millones de dólares (3.300 millones de euros) procedentes de Argentina. Fuentes del sector financiero calculan que la fuga de capitales argentinos en 2001 fue de 16.000 millones de dólares (17.600 millones de euros).

En Londres, The Guardian informó ayer que dos de los más importantes bancos británicos, el HSBC y el Lloyds TSB, se beneficiaron ampliamente de la crisis económica argentina al aplicar elevados tipos de interés a sus préstamos. Además, consigna el periódico británico, ambas entidades “habrían ayudado a la fuga de capitales de depósitos argentinos valorados en varios miles de millones de dólares”. Un portavoz del HSBC respondió a estas acusaciones al aclarar que “cumplimos con la ley en todos los territorios en que operamos. Los problemas en Argentina han sido muy bien documentados, por lo que no haremos ningún comentario”.

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