Argentina tampoco es Brasil
Cuando en los últimos meses los expertos explicaban por qué razón Argentina debía devaluar, algunos de ellos aludían al ejemplo de Brasil. En enero de 1999, después de aguantar la banda de fluctuación del real durante casi medio año de crisis financiera, el Gobierno brasileño accedió a devaluar el real.
Fue una decisión por sorpresa, no como el fin de la convertibilidad argentina. Y en aquel enero el Ibex marcó una de las mayores caídas de los últimos tiempos. La tormenta duró poco. La devaluación del real frente al dólar sentó las bases de la recuperación macroeconómica de Brasil, que traspasó la crisis a su vecino del sur.
Ahora bien, no es lo mismo una banda de fluctuación que la convertibilidad. Sobre todo, porque la paridad entre peso y dólar provoca que muchos precios, tarifas, hipotecas y préstamos a empresas estén denominados en dólares. Pero los depósitos y los salarios están en pesos. En otras palabras, la riqueza de empresas y, sobre todo, familias argentinas va a ser recortada de un día para otro.
En la medida en que Duhalde orqueste la devaluación de modo que mantenga los ahorros privados intactos, la crisis será más o menos dura.
De momento se pretende desdolarizar alquileres, tarifas de servicios públicos y crear mecanismos de salvaguarda para quien tenga deudas denominadas en dólares.
Pese a ello, no cabe duda de que la salida será dificultosa. A largo plazo es, no obstante, el único camino posible.
La situación sigue siendo muy complicada, pero algo ha mejorado a ojos de los analistas. Al menos, Argentina tiene un plan. Devaluar un 30% y mantener este tipo de cambio durante tres meses mientras negocia un paquete de ayuda con el Fondo Monetario Internacional. Después, cambiar la ley y desdolarizar. Esperemos que resulte.