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REVOLUCIâN MONETARIA

No parecerá 1 de enero en Rubite

Los vecinos del pueblo de la Alpujarra granadina tendrán que esperar dos días más que el resto de Europa para usar euros

Mañana no habrá euros en Rubite. Y pasado mañana, tampoco. Cuando millones de europeos ya estén utilizando las nuevas monedas y billetes, en Rubite, un pequeño pueblo de la Alpujarra granadina, sus poco más de 400 habitantes seguirán esperando al euro, que llegará dos días después, el jueves 3 de enero.

Pero no sólo ellos. Rubite es uno de los casi 4.000 municipios españoles que no cuentan con entidad financiera alguna. Ni bancos ni cajas ni cooperativas de crédito. Sus vecinos deben desplazarse a otros pueblos para ingresar o sacar dinero. Y en un municipio donde el 90% de la población es pensionista, eso se hace muy de vez en cuando. Más aún si se trata de una comarca como la Alpujarra, donde la orografía y las malas comunicaciones pue-den convertir un trayecto de unos pocos kilómetros en una larga aventura.

Rubite sólo recibe servicios financieros una vez al mes. Un empleado de la Caja General de ârgiva, la localidad más poblada de la Alpujarra (7.100 habitantes), a unos 25 kilómetros al norte de la localidad, se desplaza al pueblo en los primeros días de cada mes para pagar las pensiones, prácticamente la única operación financiera que interesa a los rubiteños.

En teoría, nunca se sabe el día y la hora a la que llega el agente financiero. "Se hace así por motivos de seguridad", explica Mari Carmen Estévez, la secretaria del ayuntamiento. "Pero en realidad, cuando el de la caja llega al hogar del pensionista [lugar donde se efectúan los pagos], todos están allí, esperando, porque se corre el rumor entre el pueblo de que llega el de La General".

Pueblos alejados

Según un informe del Ministerio de Economía, en España hay 3.966 municipios sin oficinas financieras, lo que significa casi la mitad de los términos españoles, aunque sólo el 5% de la población. Por eso el Banco de España ha recomendado a las entidades financieras de mayor implantación rural que den servicios especiales a pueblos especialmente alejados de la oficina más próxima.

En Granada, Rubite y Lújar -los dos enclavados en la parte baja de la Alpujarra- son los municipios que recibirán esa asistencia. "El res-to de los pueblos pequeños no tendrán problemas, bien porque disponen de una oficina que llamamos desplazada, que abre un día a la semana, o porque tienen muy cerca la sucursal más próxima", indi-ca un portavoz de la caja granadina.

En Rubite, la entidad financiera más cercana está en Castell de Ferro, en el litoral, a unos 15 kilómetros, pero los vecinos operan tradicionalmente con ârgiva, más lejana, pero mejor comunicada.

Hasta hace sólo un año, hacia la costa únicamente había un camino de tierra y, por tanto, nada de transporte público. Hacia ârgiva, el asfalto es más antiguo, aunque los rubiteños deben co-ger dos autobuses, que sólo pasan tres días a la semana, para recorrer 25 kilómetros.

Así que el euro llegará a Rubite, un pueblo de calles estrechas y empinadas, el jueves 3 de enero por la tarde, según han acordado el alcalde, Arsenio Vázquez (PSOE), y la Caja General de Granada.

Hasta ese día, sólo unos pocos privilegiados han visto y tocado la moneda única. Antonio González, el propietario de la única tienda de comestibles de Rubite, o Josefina Acosta, la dueña de uno de los dos bares de la localidad, y poco más. El resto los han visto por la tele o bien han ido a la tienda de Antonio para que les enseñe su euromonedero. "Lo cambié hace unos días en Motril, cuando fui por provisiones", dice el tendero.

El jueves por la tarde, un empleado de la Caja de Granada de Motril llegará a Rubite para proporcionar euros a todo el que se lo pida, "que no serán muchos", estima el alcalde. El cambio se realizará en el ayuntamiento. El alcalde supervisará el acto y la Guardia Civil velará por la seguridad de la operación, según está acordado con la Subdelegación del Gobierno. "Con euros para medio millón de pesetas puede ser suficiente", calcula el edil.

Los rubiteños se han tomado la transición al euro con tranquilidad y casi despreocupación. "Hemos pasado de la perra gorda a las pesetas y, ahora, los euros. A todo hay que adaptarse", comenta Antonio González.

El pasado emigrante de la localidad les permite no asustarse. "La mayoría de los vecinos han vivido en Francia o Alemania, por lo que ya saben lo que es utilizar una moneda extraña", dice el alcalde.

Sin embargo, las recomendaciones a los comerciantes sobre la llegada del euro han calado de forma desigual. Por ejemplo, la panadería Virgen de Fátima, una de las dos que existen en el pueblo, exhibe desde hace semanas sus precios en las dos monedas y con el redondeo exacto, sin las subidas que se han detectado en otros sitios. "El euro no ha hecho que subamos los precios", dice Lola Soler, la dependienta.

Por contra, la devolución de los cambios en la nueva moneda no acaba de convencer al de la tienda de comestibles. "Si a mí me pagan en pesetas, tendré que devolver en pesetas, si no, nos vamos a liar todos", estima González, que no tendrá que cambiar la caja registradora porque no tiene; las cuentas las hace a bolígrafo en un papel, como lo ha hecho en los 40 años que lleva regentando el negocio, aunque para el euro se ha provisto de una calculadora.

Alguno espera la divisa única con impaciencia, como Germán González, el marido de Josefina Acosta, la del bar. González tiene una colección de billetes antiguos de principios de siglo. "Ya tengo guardado un hueco para los últimos billetes en pesetas", afirma.

Las preocupaciones de los rubiteños son ajenas al euro. El pueblo vive más pendiente de su escasez de niños: sólo hay siete en primaria, que van a la escuela de la localidad, y otros tantos en secundaria, que tardan hora y media en llegar al instituto más próximo, aunque sólo está a 15 kilómetros. También buscan mejorar sus comunicaciones con la costa, "nuestra vía de futuro", dice el alcalde, adonde llega el término municipal, pero sin medios de transporte públicos. "Tenemos en proyecto un parque eólico y más invernaderos", dice el edil. "El euro no nos preocupa".

 

El euro llega a Dólar

El euro competirá con el dólar por la primacía monetaria mundial. Pero en Dólar el euro no tendrá competencia. Porque Dólar se llama un pequeño municipio de Granada, ubicado al pie de la vertiente oeste de Sierra Nevada. Un diminuto pueblo cuyo origen, pese al nombre, no tiene nada que ver con la divisa estadounidense. La moneda americana nació mucho después que Dólar, aunque su germen, casualmente, también está en Granada.

Tras culminar la Reconquista, los Reyes Católicos acuñaron el real de a ocho, también llamado peso fuerte, una moneda que pronto se extendió por Europa. En Bohemia (lo que hoy es la República Checa), el real de a ocho se reprodujo con el nombre de thaler, que llegó a tierras británicas y cambió a dollar. Los ingleses llevaron el dollar a sus colonias americanas y cuando se independizaron, los Estados Unidos de Norteamérica fijaron el dólar (nombre en español) como su moneda oficial.

Nada que ver con el pueblo de Dólar, de procedencia árabe. La localidad ya existía en el siglo XV, en plena dominación musulmana, con el nombre actual, que proviene del vocablo árabe dar, que significa posada. Sin embargo, del gentilicio, poco se sabe. Los de Dólar se denominan doloríos, una derivación nada común en la zona y que parece evocar un pasado difícil de sus habitantes.

El alcalde, Juan de Dios Ramírez, del PSOE, ya intentó asociar su pueblo a la divisa estadounidense cuando en 1997 el entonces presidente, Bill Clinton, visitó Granada. "Le hicimos llegar una invitación oficial para que viniera al pueblo, pero al final no pudo ser, porque había que tomar unas medidas de seguridad que no daba tiempo a preparar". Los doloríos se quedaron sin ver al presidente del dólar, y ahora sus apenas 600 habitantes reciben al euro como cualquier otra localidad española. "No sentimos nada especial por la coincidencia del nombre con la moneda americana", dice el alcalde. "Aquí, sobre todo las personas mayores, se ve el euro con inquietud, con temor a ser engañados con el cambio", comenta.

Los doloríos podrán conseguir sus euros en la única oficina bancaria de la localidad, una sucursal de la Caja General de Granada. El euro ganará así su primera batalla sobre Dólar.

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