El Gobierno valenciano congeló la inversión en 1999 y 2000 y aumentó la deuda un 26%
El endeudamiento neto de la Generalitat Valenciana -excluidas las empresas públicas y las universidades- en los dos últimos años no sirvió para aumentar las inversiones, según se aprecia en los sucesivos informes de la Sindicatura de Cuentas -equivalente al Tribunal de Cuentas-. En los dos últimos años, la inversión se estancó, debido a los recortes para cubrir el gasto corriente, y la deuda aumentó un 26%, según revelan los informes.
Según el síndico, la inversión real -capítulos VI y VII del Presupuesto- en 2000 ascendió a 182.688 millones de pesetas (1.097,98 millones de euros), un 2,3% más que en 1999 y un 3,3% más que el año anterior.
Descontada la inflación, la inversión real fue menor. Además, 6.045 millones incluidos en la liquidación de 2000 como inversión correspondían en realidad al capítulo II, gasto corriente, con lo que la cifra de inversión también debió ser inferior a la de 1998 en términos nominales.
Los datos contrastan con el aumento de la deuda pública no consolidada, que alcanzó 681.794 millones de pesetas (4.97,66 millones de euros) a 31 de diciembre de 2000, con un aumento del 26,3% en dos años. Con ello, excedía en 124.532 millones (748,45 millones de euros) el límite de endeudamiento autorizado por Rodrigo Rato.
El Gobierno de Zaplana ha repetido este año el recorte al presupuesto de inversiones -cifrado el año pasado en 19.684 millones (118,3 millones de euros)- para desviarlo a gasto corriente y lograr el déficit cero. Una operación cuya idoneidad ha cuestionado reiteradamente el síndico, en el sentido de que "podría incidir sobre la ejecución de gastos ya comprometidos generados por documentos contractuales entre la Generalitat Valenciana y terceros".
Dada la imposibilidad de aumentar las inversiones sin incurrir en déficit, la Generalitat ha optado por desviarlas a través de empresas públicas que se endeudan -así lo ha hecho con los colegios-, de manera que le es más fácil cumplir con la exigencia de déficit cero, al menos formalmente.