La UE acepta recortar la producción de acero si Washington congela sus aranceles
Bruselas ofreció ayer un recorte en la producción de acero de 13 millones de toneladas, respondiendo así a la petición de EE UU para frenar la caída de precios. No obstante, la UE no aplicará la reducción si el Gobierno de George Bush insiste en llevar adelante su propuesta de subir un 40% los aranceles a la importación del producto.
Así lo dijo ayer el comisario europeo de Comercio, Pascal Lamy, a su homólogo estadounidense, Robert Zoellick, en Bruselas. "La oferta no es gratuita", advirtió. El representante comercial de EE UU aseguró, sin embargo, que la medida respeta las normas de la Organización Mundial de Comercio y, en su primera visita oficial a Bruselas, no ofreció ningún atisbo de que la Administración Bush vaya a echarse atrás. "La temperatura" del conflicto, reconoció Lamy, "aumenta por momentos".
El enfrentamiento entre las dos potencias ensombreció la reunión que bajo el paraguas de la OCDE mantuvieron en París los principales productores del acero. En el encuentro se instó a los países a que continúen la reducción de los excedentes de producción y eliminen las prácticas distorsionadoras del mercado, pero algunos participantes apuntaron que las amenazas intercambiadas entre la UE y EE UU impidieron el éxito de la reunión.
Los elogios mutuos salpicaron la rueda de prensa conjunta de Zoellick y Lamy, viejos amigos personales y ahora rivales en una arena comercial, preñada de batallas. Al conflicto del acero se añaden disputas ya enquistadas sobre la prohibición europea a la importación de transgénicos o el régimen fiscal de EE UU de apoyo a sus exportaciones. En ambos casos, la OMC ha fallado en contra de una y otra parte, respectivamente.
Lamy y Zoellick consiguieron, al menos, pactar una compensación económica, a cargo del Presupuesto estadounidense, para los músicos europeos cuyo material suene en los bares estadounidenses. La legislación sobre propiedad intelectual en EE UU no conlleva en ese caso derechos económicos, pero Ginebra falló en favor de la Unión Europea.