Aznar responde a la caída de ingresos con subida de impuestos
El menor vigor del consumo, fruto de la intensa desaceleración económica, devolverá este año el protagonismo recaudatorio a los impuestos directos, por los que Hacienda ingresará 400.000 millones de pesetas más que por los tributos indirectos.
La estructura impositiva de la Hacienda española ha registrado un vuelco espectacular en la última década, conforme se han ido operando las sucesivas reformas tributarias.
La necesidad de los Gobiernos de obtener los recursos suficientes para la financiación del Estado, combinado con los sucesivos recortes tributarios, ha diseñado una estructura impositiva bien distinta a la existente a principios de los años noventa. Hace 10 años, la recaudación total por impuestos directos superaba ampliamente, en más de un billón de pesetas, a la de impuestos indirectos.
En 1993, el IRPF era el tributo estrella, con unos ingresos que superaban con creces 4,7 billones de pesetas, muy por encima del IVA, por el que apenas se ingresaban 2,7 billones. A larga distancia se situaban los impuestos especiales (1,57 billones) y el impuesto sobre sociedades (1,12 billones de pesetas).
Las reformas tributarias emprendidas en la imposición directa, especialmente a partir de 1996, han desacelerado su recaudación. En los cinco últimos años el Gobierno ha practicado una política de recorte de tipos de gravamen en impuestos directos, al igual que ha ocurrido en gran parte de países de la Unión Europea.
El resultado ha sido el paulatino protagonismo de los tributos indirectos, ligados al consumo, más fáciles de recaudar, sobre todo en épocas de alto crecimiento económico, dejando para los directos sucesivas reformas tributarias próximas a periodos electorales.
En 1999, y coincidiendo con la última rebaja del IRPF, en la que se trasvasaron a los contribuyentes cerca de 800.000 millones de pesetas, este tributo deja de ser el impuesto estrella del sistema impositivo español, cediendo su protagonismo al IVA. Esta evolución se ha mantenido en los siguientes ejercicios.
Los ingresos por IVA se han duplicado con creces en sólo ocho años, pasando de 2,7 billones en 1993 a más de 5,5 billones el pasado año. Algo similar ha ocurrido con los impuestos especiales, que ya recaudan una cantidad equivalente a la mitad del IRPF.
Sin embargo, la intensa desaceleración del consumo que se está registrando este año va a provocar que los impuestos directos recuperen el protagonismo en las arcas de Hacienda.
Según el avance de liquidación de la Secretaría de Estado de Presupuestos, el Gobierno espera ingresar este año por IVA 5,8 billones de pesetas, 194.000 millones de pesetas menos de lo presupuestado inicialmente. La caída de la recaudación también afecta a los impuestos especiales, por los que se tiene previsto recaudar 2,75 billones, 27.000 millones menos de lo incluido en los Presupuestos Generales.
Sociedades
En cambio, el comportamiento de los tributos directos está siendo bien distinto. El impuesto de sociedades cumplirá, probablemente, con las expectativas, con unos ingresos cercanos a tres billones de pesetas. El IRPF, mejorará, incluso, las estimaciones iniciales en 300.000 millones, hasta 5,98 billones de pesetas. En total, los ingresos por impuestos directos estarán cerca de los nueve billones, 400.000 millones de pesetas más que la recaudación por los indirectos.
Para 2002, las estimaciones incluidas en los Presupuestos están muy sesgadas, dado el alto grado de incertidumbre sobre la evolución de la economía y la próxima revisión del crecimiento del PIB previsto (2,9%), que efectuará el Gobierno en breve, una vez que la Comisión Europea ha hecho lo propio la pasada semana para el conjunto de la zona euro. De momento, Hacienda, en previsión de mayores caídas del consumo, se ha curado en salud, aprobando una subida de los principales impuestos especiales (llevaban congelados tres años) para evitar pérdida recaudatoria en los tributos indirectos.
De paso, cumple con el compromiso comunitario de incrementar la fiscalidad de los impuestos especiales, más bajos en la UE. Por el tramo estatal (cuatro pesetas por litro) del nuevo impuesto minorista sobre las gasolinas, el Gobierno piensa embolsarse más de 130.000 millones de pesetas, que irían a financiar la sanidad y proyectos de medio ambiente. Recaudará otros 3.000 millones más, por la subida del gasóleo agrícola y de calefacción. Además, calcula que obtendrá otros 30.000 millones de pesetas extra con la subida de la cajetilla de tabaco en 0,018 euros (tres pesetas), el incremento del 8% del impuesto que grava los alcoholes y del 5,75% para la caña de cerveza, tributos que se recaudan con independencia de la renta del contribuyente.
Los ingresos por hidrocarburos ganan relevancia
A partir de enero de 2002, los hidrocarburos estarán gravados por tres impuestos. Se trata del impuesto especial actual (el IEH, que grava el litro de carburante entre 41 y 45 pesetas, en las gasolinas), el IVA (el 16%) y el nuevo impuesto sobre ventas minoristas. Por los dos primeros, Hacienda ingresará este año más de dos billones de pesetas. El nuevo impuesto minorista contará con un tramo estatal obligatorio (gravado con cuatro pesetas por litro para las gasolinas, y con una peseta para el gasóleo agrícola y de calefacción) y otro autonómico, opcional por cada comunidad (gravado con 1,6 pesetas para las gasolinas, ampliable a 4). Asociaciones profesionales (agricultores y transportistas) y de consumidores han rechazado su aprobación.
Sin embargo, el incremento (un 8%) del tributo que grava el alcohol, también para 2002, ha provocado menos recelo, ya que Hacienda había amenazado con una subida del 10%. No obstante, algunas patronales como la Asociación de Cerveceros de España se quejan del "agravio comparativo" en la fiscalidad de las bebidas. La cerveza, con una graduación alcohólica muy baja, soportará con esta subida un impuesto especial de 15 pesetas por litro, mientras que el vino, con una graduación más alta, mantiene una tasa impositiva cero.