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LEALTAD, 1

Distribución como signo de debilidad

Existen conceptos muy técnicos en Bolsa de explicación difícil y de elusión imposible. Uno es el de la distribución, término que enfoca las diferentes posiciones de los participantes en el mercado. Hay entre éstos dos grandes grupos, las denominadas manos fuertes y las llamadas manos débiles. Aquellas son las de los grandes bancos e instituciones, siempre bien parapetados. æpermil;stas, las del inversor final, más desprotegido.

No se trata de dar un cursillo de formación bursátil, pero sí de advertir los cambios diarios que se producen en la mecánica de las Bolsas y que deben ser considerados. Uno de ellos es el del aumento sensible, muy por encima de las medias de las últimas 20 sesiones, registrada en los volúmenes de negocio.

Este hecho se vio con claridad el miércoles, cuando el mercado continuo hizo operaciones por valor de 2.200 millones de euros, la cifra más alta de la crisis y una de las más importantes del año. Cuentan los operadores más activos que al resultado final de esta cifra se ha llegado a través de una mayor participación del inversor final en el mercado y una clara ofensiva vendedora institucional.

De ser cierta esta proyección, resultaría que las manos fuertes ya se sienten satisfechas con las plusvalías sumadas en la etapa de crisis y que los pequeños inversores no quieren perder el tren de la abundancia. El paso de las posiciones bursátiles desde las manos fuertes a las débiles se llama distribución, algo que siempre sugiere debilidad de fondo del mercado y, por supuesto, que las apuestas de futuro no son tan favorables como reflejan los índices en la actualidad.

Mientras estas posiciones fraguan de puertas adentro del mercado, los inversores y operadores a corto plazo solo adoran el becerro de Wall Street, que es el que marca la pauta. Como siempre.

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